Antes de conocerme, te pido perdón.
Perdón, porque me enamoraré de ti mil veces para luego olvidarte entre lágrimas.
Lo siento porque siempre te lo haré saber, y quizá sufrirás, pero yo nunca seré capaz de verlo.
A veces puedo ser muy egoísta, no me siento orgullosa, pero al menos ahora lo sabes.
Perdón, porque todavía pienso en mi ex.
Y hablamos.
Y le quiero.
Lo siento porque siempre verás una sonrisa en mi cara cuando le recuerde.
Espero que no sientas celos, al menos no tanto como los tengo yo.
Estoy llena de defectos, pero estoy dispuesta a contártelos. Así sabrás dónde te metes.
Soy insufrible, incluso para mí, no sé si conseguirás cogerme cariño.
A veces soy inestable, y caprichosa, y me enfado con facilidad cuando tengo hambre. Tendrás que gastar mucho en comida para mantenerme feliz.
Canto muy alto de madrugada, y me gusta subir el volumen de la música cuando estoy en el salón. Me paseo por la casa en ropa interior, incluso cuando hay más gente en ella, y siempre duermo con calcetines.
No sé pensar con una cerveza en la mano, ni con una copa de vino o un chupito de tequila.
No sé pensar, y ya.
Todos mis planes se sitúan pasada la medianoche y no me gusta ver a gente durante el día, aunque puedo dignarme a hacer una excepción si me merece la pena.
Y nunca, nunca, nunca acepto ayuda. Ni siquiera intentes ofrecérmela, lo más probable es que te odie por ello.
Creo que lo peor de todo es que no soy una buena persona. Puedes echármelo en cara, si quieres, no serías la primera persona en decírmelo.
Pero estoy intentando cambiar.
Por eso te digo esto ahora, para que puedas echarte atrás. No quiero que te sorprenda al empezar a verme, o mientras todavía me quieres.
No quiero dolerte.
Supongo que eso es algo bueno de mí.