martes, 28 de julio de 2015

Que te chupen lo que quieras, menos las ganas de vivir.

En la vida no deberías sentir dolor, no deberías sufrir, no deberías llorar si no es por emoción. Pero no seamos ingenuos, eso es imposible.
Así que, al menos, que no te duelan, que no te hagan sufrir, que no te hagan llorar.
Nadie merece eso,  o al menos la mayoría. Que te ataquen es duro, sobretodo cuando no has hecho nada para ganártelo, y todos sabemos que estas cosas pasan: que la gente es cruel, que el mundo es injusto, que se habla mucho y se pregunta poco, que las palabras duelen más que los golpes (menudo hecho).
Lo mejor que puedes hacer, es tratar de ignorarlo.
Porque la gente se mete, y se va a meter – de hecho, que tire la primera piedra quien no se ha metido alguna vez –  y va a ser así siempre, te guste o no. De modo, que ignóralo, o al menos inténtalo. Sé que es muy fácil hablar así, que cuesta muchísimo, que hasta que yo misma lo logre aún falta bastante, pero qué otra nos queda.
Realmente no hay más solución: porque o sales adelante, o te hundes con tus burlas, y eso no puede ser.
Que te saquen lágrimas, pero de emoción; que no te dejen dormir por la ilusión que llevas dentro; que leer ese comentario no cambie tu expresión; que cualquier contacto se pueda bloquear; que las muecas se difuminen; que no siempre hay que perdonar; que los “no” también existen; que te chupen lo que quieras, pero nunca la alegría, el color ni la energía de vivir.
Y con toda la modestia que tengo, coge este pensamiento y llévalo a tu mente. Prometo que yo también lo haré, que lucharé para hacer de lo imposible una realidad; lo difícil fácil; la frase casi sin sentido en una gran ventaja.

Si sufres, que al menos no sea por alguien.

jueves, 23 de julio de 2015

Lo hermoso del cementerio.

El anciano notó cómo su pequeño nieto, que apenas le llegaba a la cintura, se estremecía junto a él. Bajó la mirada y le sorprendió observando la lápida con expresión triste, un poco pálido.
- Tom, ¿qué te ocurre?
- Esa gente está triste – el niño señaló la timba, con ojos llorosos – Están encerrados ahí abajo y no pueden salir, nunca podrán. Los muertos son tristes, este lugar es triste.
- Ey, Tommy, no llores – se acuclilló junto a él, y trató de secar las lágrimas que resbalaban por sus mejillas – No estés apenado, el cementerio no es un lugar triste, sino hermoso. Ven, te lo enseñaré.
Le cogió de la mano y logró que, tras unos segundos, caminara a su lado. Una ligera brisa revolvía su pelo y agitaba las flores yacientes ante las lápidas; lo cierto es que comprendía la visión lúgubre que tenía mucha gente sobre los cementerios – la piedra gris, el silencio, la certeza de estar caminando entre cuerpos sin vida – pero él lo encontraba hermoso, a su manera. Se detuvo junto a una de las tumbas, decorada con la foto de una anciana mujer.
- Mira Tom, esta es Judith, ¿ves cómo sonríe?
- Sí...
- Sonríe porque fue feliz en la vida, estoy seguro. Y mira cuántas flores, cada ramo es una persona querida, y aquí hay muchos. Todas esas personas quieren a Judith y, si ella los está viendo, debe de ser muy feliz sabiendo lo amada que es, ¿no crees?
- Ahá – un leve esbozo de sonrisa apareció en el rostro del niño – Pero abuelo, ¿y ese chico de ahí?
Tom señaló una lápida situada unos metros a la derecha. Grabada con el nombre de Matthew, mostraba la foto de un chico joven de gran sonrisa, apenas había llegado a cumplir veintitrés años.
- ¿Ese chico?
- Sí, él no es un viejito, es tan mayor como la prima. ¿No estará triste?, no va a poder ir a la universidad, ni casarse, ¡ni conducir un camión!; ¿no estará triste por haberse perdido tantas cosas?
- A lo mejor sí, hijo mío – no podía engañar a su nieto, una muerte a tan temprana edad nunca debería ocurrir – quizá sí esté triste por haberse perdido todo eso, es cierto, pero por eso mismo atesorará mucho más todos los recuerdos que sí pudo conservar. Y aprenderá a estar bien con ello, al igual que su familia, y todos terminarán siendo felices con los momentos que vivieron juntos, lo sé. No estés triste tampoco por él, aprenderá a reír de nuevo.
Durante un momento de silencio, Tom contempló todas las tumbas que le rodeaban: los nichos, las lápidas, las cientos de fotografías y flores, los ángeles y cruces cubriendo los huecos vacíos. Las lágrimas que antes habían ensuciado sus mejillas redondas habían desaparecido.
- ¿Toda esta gente aprenderá a reír?
- Claro. Judith y Matthew, y todos los demás. Es cierto que a algunos les costará más que a otros, pero el amor siempre perdura, y eso les ayudará. Por ello este es un lugar hermoso: porque, a pesar de todo, el cariño, los recuerdos, las historias felices, no desaparecen. Nunca desaparecerán, y sitios así nos lo recuerdan.
El niño sonrió ampliamente, esta vez convencido, y cogió de nuevo la mano a su abuelo. Juntos caminaron hacia la salida del cementerio, pero con el recuerdo perenne de aquel momento, de aquel día. Con la certeza de que el amor nunca muere.

viernes, 17 de julio de 2015

Mi cita preferida: Asúmelo.

“Siempre he creído que el arrepentimiento es el analgésico de los moralistas y el anestésico de los cobardes”
Risto Mejide. El pensamiento negativo.


Hoy vengo hablaros de mi cita. Esa frase que te hace pensar, reflexionar, y que seguramente se quedará grabada en tu mente para siempre. Para algunos quizá sean frases positivas, claramente alentadoras, o eso es lo que pienso en mi segura ignorancia.
En fin, esta es la mía.
Claramente, hay más. Yo también adoro las frases románticas y aprecio en mucho cualquier tipo de consejo y de reflexión, no os vayáis a pensar que menosprecio a las demás comparadas con esta. Miles de frases me han hecho pensar y me han ayudado en los malos momentos: frases quizá tontas, frases que para otros pasan totalmente desapercibidas, de echo una está sacada de Lovely Complex, pero está es especial. Quizá es que es la primera, quizá me marcó más, pero de ella saco una gran lección, en mi opinión, y hoy quiero contárosla.
Obviamente es MI lección. Seguramente Risto Mejide no lo vea así, seguramente no lo escribió para que yo sacara conclusiones, seguramente lo que he aprendido de ella no es lo que él quería enseñar, si es que quería hacerlo. Sin embargo, alguna vez he oído eso de que cada uno interpreta un escrito como quiere aunque no sea su significado original, y me voy a aplicar el cuento.
Afronta las consecuencias: eso es, en gran medida, lo que yo saco de aquí. Todos hemos pasado momentos en la vida en los que nos hemos equivocado, o creemos haberlo hecho; el “y si...” ha rondado miles de veces por nuestras cabezas y, seguramente, nos hayamos arrepentido de una acción cometida.
Pero el arrepentimiento no sirve para nada, sólo es un sentimiento que nos reconcome por dentro y no nos ayuda en absoluto. Te hace sentirte mal, te duele y no va a cambiar, en absoluto, tu situación. Entonces, ¿para qué conservarlo cerca?
No te limites a arrepentirte, no germines ese sentimiento en tu interior hasta que crezca y te ahogue. Si puedes cambiar lo que has hecho, si puedes hacer algo para mejorar lo que has roto entonces hazlo, si de verdad quieres, y cambia el rumbo que has generado, no hay problema si todos los implicados en la situación aceptan modificar ese futuro, mejor para todos pues, ¿no?
Pero si no puedes, no vivas con ese mal.
Si es que has hecho malo y lo sientes, sabes que te has equivocado, perfecto. Eso significa que tienes moral, empatía, como tú lo llames, y que has aprendido de tus errores, pero no tiene sentido que pases toda tu vida dándole vueltas hasta que no puedas sonreír.
Y si no ha sido malo como tal, pues mejor me lo pones. Entonces tiene incluso menos sentido que te arrepientas, no es bueno pasar tu vida pensando: “no debí haberlo hecho, ahora esto sería diferente si no hubiera tomado esta decisión...”.
Simplemente, levanta la cabeza y asume las consecuencias que vengan, con valor y dos cojones, si me permitís la expresión. Total, no puedes cambiarlo, ¿qué otra te queda? Seas quien seas, serás lo bastante fuerte como para levantarte, así que asume las consecuencias de tus actos, porque de todos modos tampoco te queda otra, así que mejor que lo encares como merece.
Y ahora, antes de terminar, quiero resaltar algunas excepciones y lagunas legales, que con esas mal vamos y quiero evitar las que se me ocurren ahora, por si acaso.
Punto uno: Vamos a ver, por ejemplo, matar a alguien no es algo que te quites de la cabeza fácilmente, e incluso para muchas personas, incluida yo, es una falta de respeto que trates de pasarlo por encima como si nada, con asesinos sobre todo, sobre eso tengo mucho que decir y nada bueno. No soy una persona insensible, absolutamente para nada, y sé que hay casos en los que esta lección mía no tiene sentido alguno e incluso puede ser reprochable.
Punto dos: Que tengas que afrontar las consecuencias no significa que no puedas quejarte. Todos tenemos el derecho a desahogarnos, y decir que algo nos molesta, en mi opinión, no es incompatible con afrontar esa molestia y seguir adelante.
Hasta aquí las lagunas que se me ocurren, y seguro que hay más que aclarar, no estoy del todo segura de haberme expresado como quería. De todos modos, cualquier polémica que pueda surgir en los comentarios la discutiré y trataré de resolverla, ya que a eso me arriesgo. Cumpliendo mi propio consejo, asumiré las consecuencias de la publicación de esta entrada.
Hasta aquí por hoy, mis niños, espero haberme expresado bien hablando de lo que significa esta cita para mí.

Un beso.

miércoles, 15 de julio de 2015

Valientes y locos.

Caballeros, hoy es un gran día.
Hoy lograremos lo que nadie más ha conseguido, seremos leyenda: recordad este día, este momento, pues mañana seremos los orgullosos descubridores del mayor tesoro que haya existido sobre la tierra jamás; mañana seremos los reyes del mar y del cielo, seremos inmortales y temidos por siempre. Mañana seremos historia.
¿Cuántos desconfiaron de nosotros?, ¿cuántos nos llamaron locos? No podreis encontrar la isla, dijeron; no conseguireis sobrevivir a las sierpes del paso, dijeron. ¡Pues estos locos lo consiguieron!, luchamos contra cualquier engendro a nuestro alrededor, contra el hambre y a sed, y hoy aquí estamos. Aquí estamos para burlarnos de nuestros enemigos, para reír y  actuar en honor de todo aquel insulso que osó desprestigiarnos.
Y al anochecer beberemos aquí, rodeados del lujo merecido y la gloria ansiada. Será una gran noche, caballeros: la noche de los valientes, de los locos valientes que triunfan sobre el sensato, sobre el temeroso a todo. La dicha es de nosotros, que bailaremos al fuego rodeados de bellas mujeres cuando los demás sigan durmiendo su sueño. ¡Comida y bebida!, ¡damas y triunfo!, ¡riqueza y poder!, ¿quién pide más, acaso? Todo esto os lo daré, mi fiel armada, pero antes hemos de conseguir el tesoro, aquel por el que tanto hemos sufrido.
Así pues, pongamonos en marcha. Entre esos árboles aguarda nuestro objetivo, esperándonos tan ansioso como nosotros, desesperado por ser encontrado. Únicamente es el último paso, y hemos de ser valientes como hasta ahora... No, no valientes; ¡valientes y locos! Esa gente llevaba razón, caballeros: somos locos, los piratas más locos que han existido en la mar, ¡y por eso triunfaremos!
Amarraos las espadas, recargad las pistolas, ¡echad el ancla! Hoy haremos historia, mañana la seremos.
¡Y ahora, en marcha! ¡A luchar!




Siento mucho haber estado tan ausente estos días, pero estoy haciendo el curso intensivo del teórico de la autoescuela y no encuentro tiempo ni para escribir. Prometo que en cuanto termine estaré más presente. ¡Gracias!

jueves, 9 de julio de 2015

La nostalgia del poeta.

Sólo frente a las sombras, mi pluma susurra tu nombre.
Tan bello, tan dulce. Misterioso como el atardecer en el bosque, tan luminoso como el sol de un nuevo día
Y mi mente recuerda tu rostro, y mis ojos lo reflejan en sus lágrimas tratando de mostrarlo al mundo, tratando de atraparlo en sus murallas para atesorarlo por siempre, para nunca perderlo.
Te echo de menos, tanto que mi alma se estremece de dolor cada vez que pienso en ti. Cada vez que rememoro tu cuerpo y tu risa, tus sabios consejos y tu gracilidad. Las he perdido, las he perdido todas ellas, para siempre.
Y no sé cómo podré seguir viviendo sin ellas, no sé si podré sobrevivir. ¿Sabes lo que es sentir todo tu ser herido, tu alma muriendo ante la miseria?, así me siento yo cada segundo, cada hora, cada ínfimo instante que paso lejos de ti; y ya van demasiados, mi princesa.
A veces quiero rendirme, dejarme arrastrar hacia el abismo y dormir por siempre en la oscuridad. Siento que así estaré en paz, sin sentimientos, sin memoria, sin este dolor que me acosa a cada momento. De veras querría hacerlo, dejarme llevar por fin, con el corazón en calma y la sonrisa grabada en mis labios putrefactos, arrebatado el calor por las suaves manos de la muerte.
Pero, si lo hiciera, el último retazo que conservo de ti se alejaría para siempre, evaporándose en el aire, huyendo triunfante de este ser que sólo quiere tenerte entre sus brazos una vez más. No puedo hacerlo, no puedo rendirme, la rendición es el mayor fracaso del guerrero y el lastre del enamorado.
Y yo, guerrero y enamorado, no voy a permitirme tal deshonra.
Por ello seguiré aquí, mi dama. Entre las sombras de mi morada, escondido tras los rincones, derramando lágrimas entre la hierba seca.

Pero en pie, siempre en pie. Tu alma en mi mente, tu rostro por bandera; hasta que mi mirada se congele y mi corazón se detenga. Siempre.

jueves, 2 de julio de 2015

31 maneras de perder tu dignidad.

1.       Hacer un chiste y que nadie se ría.
2.       Estar hablando justo cuando se hace el silencio en una habitación.
3.       Bostezar justo cuando se hace el silencio en una habitación.
4.       Eructar justo cuando se hace el silencio en una habitación.
5.       Y un largo etcétera en esta línea, ya me entendéis.
6.       Saludar y que no te devuelvan el saludo.


7.       Ser el único que aplaude.
8.       Ser el único que se ríe.
9.       Suspender cuando todos los demás han aprobado.
10.   Tropezarse en público.
11.   Hablar en un grupo de WhatsApp y que nadie responda.
12.   Que te llamen la atención.
13.   Pensar que es una foto cuando están grabando un vídeo.


14.   Estar hablando y que te interrumpan.
15.   Estar hablando y que te ignoren.

¿Tengo puntos extra si fingo que me importa?

16.   Tener algo entre los dientes.
17.   Que te digan que tienes algo entre los dientes.
18.   Responder incorrectamente una pregunta muy obvia.
19.   Intentar dar una lección y meter la pata con la información.
20.   Que se te caiga la baba.
21.   Que se te caigan los mocos.
22.   Intentar coquetear y que te frenen en seco.


23.   Escupir sin querer a alguien.
24.   No entender a lo que te han dicho y reírte esperando que no fuera una pregunta. Lo era.


25.   Quedarte embobado y volver a la realidad para descubrir que todos te están mirando esperando una reacción a quién sabe qué.
26.   Creerte un gran cantante, para descubrir que no lo eres.
27.   Creerte un gran bailarín, para descubrir que no lo eres.
28.   Ponerte perdido de salsa en una comida con desconocidos.


29.   Que la persona que te gusta te descubra mirándola empanado.
30.   Ser el más impuntual en una quedada.

31.   Que te dejen en evidencia.