sábado, 10 de enero de 2015

Book tag: La isla desierta.

En principio iba a subir otro book tag, “Sacrificio de libros”, pero como Blogger me odia me ha dado algunos problemas a la hora de publicarlo, me he decantado por este otro que es bastante sencillito.
Se nota que me estoy empezando a enganchar a estas entradas, ¿verdad?
Este book tag lo encontré en el blog Disfrutando muchos libros, y consiste en elegir qué libros te llevarías a una isla desierta según las indicaciones.

UN LIBRO QUE TE LLEVARÍAS PARA RELEER
Finis Mundi, de Laura Gallego



Últimamente me ha dado la fiebre medieval, y recuerdo que este libro me enamoró cuando lo leí, así que podría servirme para curarme el mono; además, es de mi escritora favorita. Estoy pensando en releermelo dentro de poco.

UN LIBRO QUE NO HAS LEIDO, PERO QUE QUIERES HACERLO
Cryer´s Cross, de Lisa McMann



Su argumento me fascinó hace bastantes meses y, desde entonces, tengo muchísimas ganas de conseguirlo y leerlo... antes de que llegue Febrero será mío, lo prometo.

UNA SAGA
Harry Potter de J. K. Rowling



Si tuviera que llevarme una saga para releerla definitivamente sería esta. Todos los libros se me hacen muy ligeros y me encanta revivirlos una y otra vez. Seguramente de otras sagas me cansaría con el paso del tiempo, pero de Harry Potter jamás estaré harta.

UN LIBRO INFANTIL
Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll



Elijo este porque, más que nada, es el único libro infantil que he leído. Tampoco me gustó demasiado, no sé por qué los clásicos suelen aburrirme, pero dicen que es mejor bueno conocido que malo por conocer, ¿no?

OPCIÓN LIBRE
Maleficium de Patrick Ericsen



Uno de mis pendientes. Lo vi por cinco euros en el Corte Inglés y sólo fui consciente de que lo había comprado cuando ya estaba saliendo del centro con él... ahora no consigo ponerme a leerlo. Supongo que en una isla desierta, sin nada mejor que hacer, terminaría por leermelo.

Y eso es todo. Espero que os haya gustado, o al menos entretenido. Os quiero.

lunes, 5 de enero de 2015

Dos en una.

No puedo más, no lo aguanto.
Llevo toda mi vida viviendo sin vivir, sin ser yo. Nunca he sido solo yo, nunca he tomado mis propias decisiones, nunca he estado sola.
Porque siempre estoy con ella.
Ella es mi infierno, mi maldición. Me habla siempre, todo el rato, aunque necesite estar en silencio; nunca duerme, siempre está activa y dispuesta a actuar; me incita a hacer el mal, incluso cuando quiero obrar bien; es poderosa, hasta tal punto que a veces llega a dominarme. Y lo peor es que no me puedo deshacer de ella.
Porque vive dentro de mí.
Es la segunda alma que ocupa mi cuerpo, se acopló con él cuando yo ya estaba dentro, y no aceptó un “no” por respuesta. De hecho, intentó echarme, pero me resistí. Quizá hubiera sido mejor que me fuera, así ahora sería libre.
Libre para tomar mis propias decisiones, para obrar como quiero sin que ella me susurre al oído segundas posibilidades, para poder enamorarme, para poder disfrutar sin pensar en el otro par de ojos que observa todo lo que puedo ver.
He llegado a pensar que estoy loca, que en realidad no hay nadie más, sino que todo es culpa de mi mente desquiciada. “Trastorno de personalidad múltiple”, lo llaman... pero no estoy convencida. Si tuviera de eso, no sería consciente, pensaría que sólo estoy yo; pero sé que es no es verdad, que ella es mi sombra...
No quiero seguir viviendo así, por favor, no lo puedo aguantar más. He intentado de todo para echarla: he meditado, he contactado con mi mente, he acudido a espiritistas... hasta he llegado a hacerme un exorcismo, pero nada ha funcionado. Espero que el suicidio me ayude.
La echaré de aquí, aunque tenga que irme también yo.
Me subo a la silla y alcanzo el lazo, sin ser apenas consciente de lo que estoy haciendo; sacando fuerzas de donde ya no me quedan, rodeo mi cuello con la cuerda, y me dispongo a saltar; saco un pie de la silla, solo queda el otro.
Solo un paso más...
Pero entonces, mis brazos se deshacen de la cuerda, y mis piernas hacen que se sienten en la silla. No hace falta ser muy inteligente para saber que no lo he hecho yo, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que ella ha tomado por un momento los mandos de la situación.
Sabía lo que iba a hacer.
Y no quiere morir.
Jamás podré quitármela de encima.

Desesperada me acurruco en la silla y me echo a llorar. Todos podrían oír mis sollozos, todos podrían ver las lágrimas corriendo por mis mejillas, pero solo yo puedo escuchar cómo, triunfante, ella se ríe a carcajadas en algún rincón en mi interior.

jueves, 1 de enero de 2015

365 brindis.

Hola a todos, primera entrada del año, últimamente llevo una racha importante de entradas... como se nota que hacía tiempo que no me pasaba por aquí.
Ayer fue Nochevieja y, en consecuencia, Internet se llenó de recopilatorios, entradas especiales, recuerdos, y un largo etcétera. Yo no pensaba hacer nada especial, pero entonces descubrí esto de los 365 brindis y me gustó la idea, así que aquí está. Ya sé que no son 365, son 100, como los de mi madrina, pero ya me ha costado lo mío poner estos así que imaginad 365.
Espero que os guste mi lista, aunque ya sé que la mitad de las cosas os van a dar lo mismo, pero es que me hacía mucha ilusión hacerla.
1.       Por mi novio, que lleva algo más de un año experimentando lo que es estar con un espécimen como yo. Y sigue siempre ahí.
2.       Por mi familia, que también me tiene que aguantar, aunque están más acostumbrados.
3.       Por Isabel y mi tributo, mis mejores amigas.
4.       Por los amigos y colegas de la universidad, que siguen sorprendiéndose ante mis sonrisas al entrar en clases.
5.       Por todos los demás, que llevan alegría a mi vida también.
6.       Por Shiinna, que me introdujo en el mundo de los grupos de bloggers.
7.       Por mis Dreamers.
8.       Y por mis Hey Soul Bloggers.
9.       Por Gin, que aunque tiene la peor ahijada de la historia, la quiere mucho. Y es lo que cuenta.
10.   Por José, mi comentarista estrella, que deja sus palabras incluso en las entradas en las que no comenta nadie.
11.   Por Valquiria y sus comentarios amorosos.
12.   Por todos los que alguna vez me habéis comentado.
13.   Por todos los que me seguís.
14.   Por estas 90 entradas que he escrito.
15.   Por todas las risas.
16.   Por todos los momentos complicados en los que nunca he estado sola.
17.   Por todas las conversaciones profundas.
18.   Y por las no tan profundas.
19.   Por todos los momentos románticos, y los que quedan.
20.   Por todos los abrazos.
21.   Por todos los besos.
22.   Por todos los saludos.
23.   Por todas las despedidas.
24.   Por todas las sonrisas.
25.   Por todas las lágrimas de felicidad.
26.   Y por las que no.
27.   Por todo el amor.
28.   Por todas las veces en las que me he sentido libre.
29.   Por todas en las que he mostrado que estoy como una cabra.
30.   Por aquellas en las que me he sentido guapa.
31.   O inteligente.
32.   O divertida.
33.   O querida.
34.   O cualquier cosa buena.
35.   Por todos esos momentos que me obligaban a hacer un descanso en el estudio, gracias.
36.   Por todos los momentos merecedores de un huequito en mi calendario.
37.   Por los cuatro calendarios que van ya.
38.   Por todas las primeras veces.
39.   Por esos momentos en los que me he demostrado que podía hacer las cosas por mí misma.
40.   Por todas las buenas historias.
41.   Por todas las buenas canciones.
42.   Por los desahogos.
43.   Por todas las peleas por novios literarios que jamás podremos tener.
44.   Por todas las citas a partir de las ocho de la tarde.
45.   Por absolutamente todas las demás.
46.   Por todos los logros.
47.   Por todos los aprobados.
48.   Por ese suspenso falso que me tuvo con insomnio dos días.
49.   Por todas las historias para recordar.
50.   Y por todos los momentos en que hemos recordado esas historias.
51.   Por las sesiones de cine de los Miércoles.
52.   Por esos maravillosos horarios de tres horas de clase diarias.
53.   Porque esos horarios vuelvan.
54.   Por esas felicitaciones de cumpleaños que no me esperaba.
55.   Por todo lo que me ha hecho soñar.
56.   Por todas esas personas que en algún momento me han hecho feliz.
57.   O que por lo menos me han hecho sonreír.
58.   O que me han hecho aprender algo.
59.   Por los planes de futuro.
60.   Por los “chan chan”.
61.   Por los “ya lo he leído”.
62.   Por los “qué bien escribes”.
63.   Por los “kitty”.
64.   Por los “tribute”.
65.   Por los “cielo”.
66.   Por los “cariño”.
67.   Y por todos los demás apodos.
68.   Por todas las veces que la cafetería me ha atraído como un imán.
69.   Por las veces en las que ha quedado demostrado que no todas las grandes historias ocurren después de las dos de la mañana.

70.   Por los buenos días.
71.   Por las buenas noches.
72.   Por el soft-combat, que siempre es como la primera vez.
73.   Por la foto que me hice con un famoso, David Lozano.
74.   Por los favoritos en twitter de David Lozano, lo prometo.
75.   Por todas esas cosas que nunca pensé que ocurrirían.
76.   Por los nuevos amigos.
77.   Por los viejos.
78.   Por los reencuentros.
79.   Por los planes improvisados.
80.   Por todas las caras de asombro al saber que estudio Criminología.
81.   Por los principios.
82.   Por el recuerdo.
83.   Por todo lo que le quiero.
84.   Porque nunca acabe.
85.   Por los paseos por el parque.
86.   O por el centro.
87.   O por donde sea.
88.   Por el chocolate, o por cualquier cosa dulce.
89.   Por los intentos por controlar mis ganas de comerlo.
90.   Porque este año por fin lo consiga.
91.   Por Sándalo.
92.   Por los test del Facebook.
93.   Por la felicidad.
94.   Por la libertad.
95.   Por los sueños.
96.   Por las fotos.
97.   Por los vídeos.
98.   Por los relatos.
99.   Por el escribir.
100.                       Por todas esas cosas que ahora mismo no recuerdo, pero que también se merecen un brindis.

Feliz 2015, mis niños.

martes, 30 de diciembre de 2014

Lanare o el nacimiento de la Luna.

Cuentan que hace miles de años, cuando los primeros humanos comenzaban a habitar estas tierras por las que hoy caminamos, el mundo no estaba completo. Existían las rocas y los bosques, el agua y el fuego, los animales y las plantas... pero el Sol estaba sólo en el firmamento, sin una Luna que le acompañara.
Sin ella en el cielo, las noches siempre eran oscuras, pues las estrellas apenas eran capaces de enviar un poco de luz al mundo. A los humanos no les importaba, claro, pues como nunca habían experimentado la luminosidad nocturna, no la echaban en falta; pero a las estrellas les costaba cada vez más mantener la escasa luz que despedían y un día, temiendo su inminente desaparición, decidieron pedir ayuda.
Una noche particularmente oscura nació en una aldea una niña, a la que llamaron Lanare. El bebé causó pronto una profunda conmoción en el lugar. A diferencia del resto de los habitantes, gente morena de ojos y cabello oscuros, el pelo suave de la niña eran tan pálido como su piel, y en su rostro brillaban dos ojos grises como el humo.
Al principio el pueblo sospechó de la madre, ya que toda la familia era idéntica a sus vecinos, pero como nunca nadie había visto a ningún forastero remotamente parecido al bebé, su angustiada madre se libró de la lapidación, y la vida siguió adelante.
Los años pasaron, y Lanare creció sana y fuerte, pero a medida que avanzaba el tiempo, también se acrecentaban sus diferencias con el resto de la gente: mientras que sus vecinos eran musculosos y anchos como troncos, la joven poseía una figura esbelta y delicada que no era capaz de soportar el peso que otros consideraban aceptable; ante las mentes cerradas de la población, ella hacía gala de una mentalidad abierta, abrazando siempre nuevas opiniones y cambios; además, a nadie le pasaba desapercibido el extraño brillo que parecía desprenderse de su persona, y que la acompañaba allá donde iba.
Así, Lanare creció como una extraña dentro de su aldea y su familia. Mientras que unos sentían una extraña fascinación por ella, otros la temían y repudiaban, pero ninguno de ellos se atrevía a dirigirle la palabra más de lo necesario.
A la joven nunca pareció importarle, sin embargo: nunca iniciaba una conversación, ni se esforzaba en mantenerla una vez empezada; en sus tareas era obediente y disciplinada, pero muy silenciosa; cuando caminaba lo hacía con la vista perdida en el horizonte, y en numerosas ocasiones sus padres la descubrían oteando el cielo oscuro con una extraña expresión en su rostro, como si una desconocida relación la uniera con él. Para todos resultaba evidente que la muchacha no pertenecía a su mundo, que sólo se encontraba de paso en él, que procedía de otro lugar, uno muy muy lejano.
Y esta evidencia se hizo mayor cuando Lanare cumplió diecisiete años. Ese año, todos empezaron a notar que algo no iba bien: la muchacha empezó a sufrir cambios de humor cada vez más graves, pasando de la serenidad a la pena y la vergüenza en apenas semanas y sin motivos aparentes; dejó de hablar definitivamente, ya ni siquiera respondía a las preguntas que se le formulaban, y la indiferencia hacia los demás que la había caracterizado toda su vida se transformó de pronto en una extraña curiosidad, como si fuera un infante observando su desconocido entorno. La inquietud que su familia había experimentado siempre ante su hija se convirtió en temor, un temor que se transformó en terror cuando el sabio de la aldea acudió a examinarla y, derrotado, tuvo que confesarles que no conocía ningún tratamiento para ella.
Finalmente, una tarde la madre de la niña no aguantó más y, con lágrimas en los ojos, se sintió forzada a expulsarla de su hogar. Dicen que entonces la joven, sorprendida y aterrorizada, recorrió las calles de la aldea sin rumbo fijo hasta que finalmente alcanzó la plaza y se situó en el centro, para que todos los presentes pudieran observarla. Cuentan que la luz que parecía desprenderse siempre de su cuerpo ahora era más intensa y evidente, tan fuerte, que muchos de ellos tuvieron que entrecerrar los ojos para no quedar cegados.
Pero, a pesar de ello, todos pudieron ver cómo, tras despedirse con la mano, el cuerpo de la muchacha desapareció sin hacer ruido.
En su lugar sólo se quedaron sus ropas, que habían terminado arrugadas en el suelo de piedra. El pánico se extendió por los testigos y, más tarde, por toda la aldea; en menos de media hora los vecinos ya corrían frenéticos por las calles, hablando unos con otros y refiriéndose a la joven como una bruja o incluso un fantasma. Al caer la noche, todos ellos se dirigieron a la plaza, en cuyo centro aún descansaban las ropas abandonadas por Lanare... extrañamente iluminadas.
Cuando levantaron la cabeza, más de un aldeano se desmayó al ver, de repente, un enorme astro blanco que brillaba en el firmamento y que, acompañado de las estrellas, parecía iluminar toda la tierra. Aunque no sabían qué estaba pasando nadie dudó en afirmar, correctamente, que se trataba de su misteriosa vecina de cabellos plateados y tez blanca, que por fin había encontrado su hogar.
Al principio a la aldea le costó seguir con su vida, sintiéndose vigilados y sorprendiéndose cada vez que aquella esfera de luz sustituía al Sol. Pero, poco a poco, todo el mundo terminó acostumbrándose y se habituaron a contar con Lanare para que iluminara sus noches cada día.
A pesar del paso del tiempo, aún podemos verla en el firmamento cada vez que el Sol se va, apoyando a las estrellas en su tarea y observando cómo la humanidad y el mundo avanzan, generación tras generación. Y, aunque a veces se avergüenza y se esconde, sabemos que luego volverá a mostrase completa y feliz, cumpliendo con su deber y acompañándonos año tras año, siglo tras siglo.

Para siempre.