sábado, 15 de agosto de 2015

Book tag: El cuerpo humano.

¡Hola mis niños! Hoy os traigo un Book Tag que vi en el blog de mi niña Andy, de Mrs Ollivanders. Se trata del Tag del cuerpo humano y... bueno, todos sabéis el funcionamiento de estas entradas, ¿verdad?
A todo esto, ¡me siento responsable! A lo largo de este verano no he sido muy continua con las entradas – entre la prueba teórica de conducir y otros líos no he tenido mucho tiempo para Blogger – pero ahora que ya lo he terminado todo (¡he aprobado con cero errores!) creo que por fin he vuelto a la carga de verdad, me hace mucha ilusión.

Bueno, dicho esto, comencemos con el Tag:

OJOS: LIBRO DEL QUE TE ENAMORASTE A PRIMERA VISTA
Narnia: El león, la bruja y el armario


La verdad es que todos los libros de la saga tienen portadas preciosas pero esta, sin duda, es la más bonita de todas.

BOCA: LIBRO DEL QUE TODOS HABLAN
Cazadores de sombras: Los orígenes



Últimamente esta trilogía aparece en cada Book Tag que veo. La verdad es que sus portadas son preciosas  pero como no he leído la saga principal ni creo que lo vaya a hacer, no sé si debería ponerme con estos.

PULMONES: LIBRO VITAL EN TU VIDA
El pensamiento negativo

Aunque sea sólo porque de él saqué una gran lección para mi vida.

ESTÓMAGO: LIBRO QUE DEVORASTE
Prohibido


Me hicieron falta menos de 24 horas para leer sus 373 páginas. Ha sido el último libro que he devorado, y encima creo que pocas veces he leído un libro tan rápido.

HÍGADO: LIBRO MUY GORDO
Los mundos de Täryenn


En realidad, todavía no lo he leído, pero le tengo muchísimas ganas. La cosa es que últimamente me he acostumbrado a que los libros que leo no superen las 400 páginas, y este ronda las 760, así que hoy por hoy se me antoja muy muy gordo.

APÉNDICE: LIBRO QUE NI TE GUSTÓ NI TE DISGUSTÓ
Y al séptimo día...


La verdad es que me dejó bastante indiferente.

CORAZÓN: LIBRO ROMÁNTICO
Crepúsculo

No recuerdo muchos libros románticos, de modo que me he ido a lo fácil... nadie puede negarme su romanticismo, ¿no?

CEREBRO: LIBRO REFLEXIVO Y REALISTA
La lluvia de París


La verdad es que este libro lo leí hace muchísimo, así que ahora no podría contar detalles del libro, pero sí recuerdo que me encantó y que incluía interesantes reflexiones y filosofías en sus páginas, unas importantes y otras no tanto.

CABELLO: LIBRO SUPERFICIAL
Alicia en el país de las maravillas

Me esperaba mucho más de él, lo cierto es que me decepcionó bastante.

UÑAS: LIBRO QUE CUIDAS MUCHO
Enciclopedia de Idhun


Me lo regaló mi pareja por mi cumpleaños. Es un tesoro, amo Memorias de Idhun con toda mi alma, es muy rico en los detalles que nos cuenta de este fantástico mundo, es increíblemente precioso (ilustraciones, edición, TODO) y seguramente sea muy caro... ¿necesito alguna razón más?
Ahora que lo miro... yo las uñas me las cuido muy muy poco, así que en teoría ese aspecto no va conmigo.

Bueno, y esto es todo por hoy: espero que os haya gustado leerlo como a mi hacerlo, ¡volveré pronto!

Hasta entonces, sed felices. ¡Besitos!

jueves, 13 de agosto de 2015

Los brazos que me sujetan.

Y sólo queda darte las gracias.
Gracias por todo lo que hiciste por mí, por lo que hicisteis; por no abandonarme jamás mientras iba dando tumbos a la deriva, sin más guía que vuestros brazos, esos que nunca dejaron que me alejara demasiado de la orilla.
No los merecía, lo sé, pero aún estaban allí cuando fui consciente de dónde me había metido. Hasta entonces sólo los rechacé, con palabras duras y discusiones que no venían a cuento, con llamadas sin respuesta y sonrisas de desdén. Cualquiera me habría abandonado, dado el panorama – de hecho, todos lo hicieron – pero vosotros no, y todavía no consigo comprender el por qué.
Supongo que soy lo suficientemente importante para vosotros, lo bastante valioso como para no desprenderos de mí ante la primera dificultad – o la segunda, o la tercera, o la sexta –. Resulta extraño, en realidad, y a la vez siento que este pensamiento me supera: ¿cómo puedo ser más importante para otros que para mí mismo? Maldita sea, ¡yo me habría ido hacía ya meses!
Ahora mismo, pienso que todo aquello era cierto: no soy particularmente guapo, y estas piernas esqueléticas no me abandonarán jamás; no soy el tipo más listo de la tierra, jamás conseguiré terminar un cubo de Rubik, ni hacer un regate medio decente; no creo que llegue a escribir un libro, ni un guion, ni nada que se le parezca; no me tiraré a Meghan Fox y, muy probablemente, mis ahorros no sobrepasarán nunca los 3000.
Pero soy un gran afortunado, lo sé. Porque soy un ser tremendamente querido, hasta tal punto que esa gente que me quiere haría grandes sacrificios por mí. Ese amor me abruma, me supera, creo que ni siquiera soy capaz de comprenderlo por completo. Estoy seguro de que no todos tienen lo mismo, pero yo sí.
Y por eso tengo que daros las gracias, a los dos. Por hacerme un hombre tremendamente afortunado; por protegerme las espaldas desde tiempos inmemoriales en los que jugábamos con pistolas de agua y espadas de madera; por ser mi apoyo ante todo y cuidarme pase lo que pase; por hacerme hablar como si os estuviera pidiendo matrimonio, cabrones.
Yo también os quiero, más que a nadie, en serio. Esto es correspondido.
Ahora sé lo que es tener hermanos, pero tenerlos de verdad: ahora sé lo que es estar unido a alguien por encima de todo, esa sensación de camaradería que siempre deseé experimentar. Es triste que haya tenido que descubrirlo tras lo que hice, tras mi adicción, pero al menos lo he hecho, aunque sea un consuelo muy pobre.
Ahora sé que es posible el perdón, ese que jamás creí poder conseguir. Y de nuevo, aquí, toca otro agradecimiento, por aceptar mis pobres consuelos y mis disculpas de una manera tan sincera – todos sabemos que el perdón falso no sirve de nada, no elimina el rencor –. Nadie ha podido dármelo, menos vosotros, y eso es algo que aún no puedo creer, no entiendo cómo podéis quererme tanto, no creía que algo así fuera posible.
Y, quizá esto lo más importante, ahora sé que no estoy solo. Sé que jamás lo estaré, y prometo que vosotros nunca sufriréis la soledad en la que yo temí haberme hundido. Os lo juro por lo que queráis: por el tiempo, por el valor, por la amistad. Aquí frente al mar os lo prometo: nunca os dejaré solos.

Gracias.

domingo, 9 de agosto de 2015

La víctima del diablo.

Las calles de la ciudad se encuentran sumidas en las sombras, presas de  una oscuridad que lo envuelve todo.
La lluvia azota cada rincón, tratando de limpiarlos, luchando por diluir los pecados cometidos en cada callejón.
Es una ciudad maldita, la ciudad de los errores, la ciudad del dolor, un entramado de edificios desierto a estas horas. La lluvia cayendo, la noche cerrada, nadie quiere exponerse al exterior.
Nadie menos ella.
Camina arrastrando los pies, el cabello castaño y liso cae a ambos lados de su cabeza gacha mientras contempla el suelo que pisa. Avanza lenta, no le preocupa mojarse, ni la oscuridad, ni el hecho de que alguien pueda sorprenderla tras las esquinas. No tiene miedo de nada, porque no tiene nada que perder.
Ella ya lo perdió todo hace mucho, está acostumbrada a la soledad.
Todo comenzó una noche como esta, una madrugada de lluvia y calor, de vidas que acaban de comenzar y pensamientos rotos, de deseos oscuros e inocencias que empujan a la perdición. Ella caminaba sola, como ahora, pero con agilidad y vida; levantando los pies y con la mirada al frente; una brillante sonrisa reflejada en su rostro; tampoco tenía nada que perder, pero porque era imposible verse despojada de nada.
Le conoció en un callejón, uno oscuro, envuelto en sombras, testigo de desgracias y terribles decisiones que no traen nada bueno. Si él hubiera continuado así, con su silueta apenas visible entre las paredes, ni siquiera se habría fijado, ni siquiera habría reparado en él; pero el fuego del cigarro iluminó su rostro, y ella le miró, y él le sonrió con esa dentadura impoluta. Se acercó.
Era bastante mayor, se aproximaba a la treintena, mientras que ella apenas llegaba a los dieciocho. Pero era muy guapo, y misterioso, y la hacía sentir atractiva y sexy; no como los otros chicos, que no perdían la ocasión de mencionar sus escasas curvas y su problema de acné. Él la adoraba, la trataba con cariño, la besaba con pasión. Entre sus brazos descubrió lo que era el placer, el sentirse querida, la obsesión. Esa obsesión que la llevaría al infierno.
Él no era un buen tipo: bebía mucho, le gustaba demasiado el sexo y no ponía reparos en probar cualquier tipo de droga. Ella le seguía a donde fuera, pues su mundo se redujo a su persona, y de su mano conoció la vida de excesos y rebeldía que finalmente aprendió a disfrutar.
Comenzó a odiar a su familia, a sus amigas tímidas y calladas que coartaban la libertad que creía estar alcanzando, cambió sin saber por qué, sin saber cómo, y antes de darse cuenta se convirtió en la emperatriz del diablo, con los labios del rojo de la sangre y la mirada cada vez más fría.
La tarde que decidieron huir el cielo se tiñó de gris anunciando su triste augurio, y la niebla invadió las calles en un vago intento por detenerla. Pasaba más de un año desde el día en que se conocieron, y la dulce muchacha de mirada limpia y sonrisa amable se había convertido en la reina de las sombras, con palabras hirientes como cuchillos y el desprecio resbalando por su piel abarrotada de caricias vacías de amor.
Huyeron corriendo de la ciudad, saliendo de unas calles oscuras y tenebrosas para adentrarse en otras cuya luz engañaba a los sentidos y embriagaba las almas malditas. Se dejó llevar, perdida en la fascinación por el hombre que guiaba su mano, hipnotizada por la seducción del demonio, por el engaño del traidor. Voló y se sumergió entre el ambiente mágico, las risas falsas y los intereses escondidos; entre los suspiros y el sollozo, entre la seducción y el arrepentimiento.
Permitió a su ser partir, y se convirtió en un cuerpo vacío que se dejaba llevar por la marea, arrastrándose tras un hombre encantador que escondía la frialdad del abismo en su interior, colmándola de placer y alegrías fugaces mientras poco a poco su aburrimiento y desdén crecía y se expandía, envolviendo en sombras la figura de aquella muchacha que una vez lo había tenido todo, que una vez había gozado de un futuro vestido de esperanza y felicidad. Una muchacha que ya no existía, reducida a migajas por el hombre al que nunca debió ver, con el que nunca debió hablar.
Los días se volvieron eternos, fusionando las mañanas y las noches en un mismo tiempo lineal. Las personas se convirtieron en rostros borrosos de sonrisas perfectas y miradas diluidas en alcohol. Las luces cegaban, las esquinas se confundían entre sí y la mareaban en un extraño torbellino de drogas, juego y sexo en el que apenas podía ya recordar dónde estaba, o tan siquiera quién era. Sólo él se mantenía firme, dirigiendo su mundo, situado en el centro del círculo vicioso en el que se veía inmersa como si fuera el sádico titiritero que impasible contempla cómo su marioneta se ensucia y se rompe, perdiendo su lustroso brillo mientras deja de serle divertida.
Un día oscuro, las cuerdas se rompieron, el juguete fue abandonado en un rincón, la burbuja explotó en mil pedazos convirtiéndose en cristales que se clavan en el alma. Un día oscuro, él perdió el poco interés que le quedaba y, sencillamente, se marchó. Como un sueño, como el soplo del viento que se aleja para morir, de pronto ya no estaba allí.
Y ella cayó. Cayó al fondo del abismo; a la oscuridad; a las profundidades del mar que apaga la vida de los inocentes y alivia las desgracias de los infelices torturados. Cayó, se hundió en las sombras y en la oscuridad, en el llanto y la desesperación, en el mutismo más profundo y la muerte en vida. Quedó sola, un cuerpo sin alma; una máscara vacía que apenada busca su dueño; una muñeca de porcelana que, tras su muro de cristal, contempla el mundo exterior sin que nadie repare en ella. En eso se convirtió: en un fantasma; una virgen llorosa; la hija del averno que canta al mundo su pesar, aunque este no quiere escucharla.
No quedaba nadie para ella, todos se habían ido. Su ciudad, aquella cuya oscuridad le era desconocida antaño, la acogió entre sus brazos con las sombras de los desgraciados y el olor nauseabundo de los malditos; sus calles mostrando toda su crueldad a su paso; los árboles secos, los rostros marchitos. Todo lo que siempre se había ocultado para hacerla feliz parecía resurgir ahora, tan desesperanzadora como siempre había sido, tan gris como el ser que la fundó, mostrando su realidad a aquella alma maldita que volvía a casa persiguiendo una redención que jamás podría alcanzar.
Su familia no estaba en casa, se marchó de allí cuando ella se fue, y nunca miró atrás; aquellas mujeres que fueron sus amigas ya no la reconocían, o no querían hacerlo, observando con desprecio a aquel espectro que decía ser la joven alegre y bondadosa que un día encontró la perdición en brazos de un lobo vestido de cordero. No quedaba nada, ningún hálito de vida ni ánimos que levantar; sólo la espesa niebla que ronda por el camino impidiendo avanzar y la muerte en cada esquina, atrayendo con su canto a los más desdichados.
Hoy, ella sigue allí; llamándola a cada minuto, dibujando su sucia sonrisa en cada pared, en cada gota de lluvia, en los rostros de aquellas personas que felices ignoran su pesar. Pero no ha cedido, no ha acudido a su llamada, no se ha rendido a sus pies, pues sabe que morir será su salvación, su puente hacia la paz que hace tanto tiempo perdió, y sabe que no se la merece.
Por salir de su camino, por abandonarse a los brazos del mal, por dejarse arrastrar hacia las profundidades del más oscuro infierno.
Por jugar con el demonio.






jueves, 6 de agosto de 2015

En el comienzo del fin.

Siempre quise ser fuerte, a pesar de que, en teoría, nunca he tenido que serlo.
Nunca he vivido nada que fuera necesario superar, por así decirlo: nunca he vivido un divorcio, ni una pelea que durara más de dos días; la gente que me rodea nunca se ha burlado de mí o me ha humillado, que yo sepa, y ningún amigo de verdad ha desaparecido de mi vida. Nunca he tenido que enfrentarme al paso de la muerte cara a cara... hasta ahora.
Hasta ahora, que todo se ha derrumbado.
Juraría que sólo han pasado unos pocos días, aunque a estas alturas no estoy segura. Sólo sé que desde que esas criaturas comenzaron a llegar a la tierra a través de esos extraños rayos, lo he perdido todo: mi casa, mis amigos, mi familia.
La última persona que me quedaba al lado era mi padre, y vi cómo moría hace apenas dos días, asesinado por ellos. Vi cómo le rodeaban y le disparaban con esas extrañas pistolas que siempre llevan consigo. Creo que lo peor es que ni siquiera pude despedirme, sólo podía huir de allí.
Y eso hago ahora, huir sin descanso; siempre hacia al norte, siempre oculta, como papá nos enseñó a Evan y a mí. Sin más compañía que sus escopetas, unas escasas provisiones – que mi perro seguramente hubiera querido comerse, de no ser porque antes le devoraron ellos – y el deseo de que en mí halla algo de esa fortaleza que siempre he deseado tener.
Porque ahora sí me hace falta, esta vez sí. Para sobrevivir a todo esto, y hacerlo con los cadáveres de todos esos marcianos a mis espaldas.
Ellos me lo quitaron todo, y yo les haré lo mismo.
Por mamá, por papá, por Evan, por todo lo que quiero. Lo prometo.