viernes, 9 de octubre de 2015

A la espera del príncipe.

Dormida, esperaba a su príncipe azul.
Llevaba años aguardándole, paciente, encerrada en su pequeño rincón. Sentada en su trono de roca débil, contaba pétalos de rosa soñando con su mirada, con sus abrazos, con sus halagos; aunque jamás los hubiera visto, aunque jamás los hubiera experimentado.
Aunque jamás hubiera visto a su fiel caballero.
Pero existía, ¿no? Tenía que existir, estaba segura.
Porque era lo que siempre le habían dicho, su príncipe vendría a buscarla, a rescatarla. ¿Por qué habrían de mentirle?, ¿por qué no tendría que aparecer?
Era su destino, ella sólo tenía que esperar.
Pero lo que la princesa no sabía, es que el príncipe no iba a venir.
Porque ella ya no era una princesa, él ya no era un caballero andante en busca de una dama en apuros a la que salvar. Las princesas murieron hace mucho, víctimas de sus cárceles y sedas, y los valerosos nobles decidieron que no merecía la pena jugarse la vida por ellas. Los cuentos de hadas desaparecieron, los dragones no volvieron, los besos de amor a medianoche y las manzanas envenenadas quedaron en el recuerdo.
Nadie vendría a rescatarla, tendría que rescatarse ella. Como nunca ha ocurrido, como siempre debió ser. Usando su inteligencia y su valor, aquellos entes escondidos en su ser; olvidando las rosas, olvidando las manos de pálida piel.
La princesa dormía, ignorante de todo eso. Y esperará, día y noche, al pretendiente que debe ser el de sus sueños, al padre de sus hijos, al hombre de su vida.
Y esperará y aguardará, hasta el final que no será feliz.
Pero quizá, sólo quizá, la princesa se canse de estar allí. Quizá, sólo quizá, decida que ya ha esperado bastante y se aleje de allí, en busca de una vida mejor. Quizá, sólo quizá, emprenda su propio camino, como la guerrera fuerte que en realidad es.
Y entonces, probablemente, encontrará no a su príncipe, sino a su compañero. Al padre de sus hijos, al hombre de su vida, a aquel con el que compartir una vida. Allí, en el cruce de caminos, se encontrarán.
Y serán iguales, y recorrerán su senda como ha de ser.
Como hombre y mujer.

No como príncipe y princesa.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Quien soy.

Vosotros quisisteis esto, no yo.
Yo era una chica normal: tenía mi familia, mis amigos, mis sueños y mis pequeñas alegrías del día a día. Era feliz, con mi cuarto rosa y mi vida de nube. Yo estaba bien, no necesitaba más, pero acabasteis conmigo, con quien era.
No os hice nada, nunca os había tocado un pelo, pero decidisteis que no me queríais en vuestro colegio, vuestra clase. Ni siquiera era mi segundo día, y ya me estabais haciendo la vida imposible: insultos, burlas, vacío… “¿A qué viene esa cara tan triste?, ni que te hubiéramos pegado…” Es cierto, no me pegabais, pero las palabras duelen más que los puños, y lo sabíais.
Lo sabíais, y lo utilizasteis en vuestro favor. Demasiado crueles, bastante listos, tengo que reconocerlo. Las marcas escapaban de mi piel para situarse en mi mente, donde nadie podía verlas, testigos cobardes de mi tortura. “Díselo a quien quieras, nadie te creerá. ¿Qué vas a hacer, enseñarles ese moratón que…? ah, no, espera, si no tienes ninguno”.
Confíe en vosotros, todavía no sé por qué, y llegué a pensar que de verdad no podía contárselo a nadie, que realmente nadie me creería. Y así me alejé: de mis amigos, de mi familia, de mis sueños y, sobretodo, de mis pequeñas alegrías.
Me fui, sin ni siquiera yo saber el motivo. Ya no quedaba con mis amigas y mis padres dejaron de escuchar mi voz; perdí la oportunidad de estar con aquel chico que tanto me gustaba y rechacé adoptar a ese perrito con el que llevaba soñando desde niña. A ojos de los demás convertí en una muchacha desagradable, en un mal ser, y de este modo vuestra víctima se convirtió en lo que erais vosotros. Es curioso ver cómo cambian las cosas, ¿no?
Así pues, al final resulté ser algo parecido a lo que vosotros sois: una joven malhumorada, borde y desagradable; hiriente en sus comentarios y fría al tratar con los demás. No residía en mi interior esa maldad que vosotros tenéis, ese sentimiento elitista y discriminatorio que os impide bajar la vista para ver lo que hay debajo, pero eso no lo tuve nunca y orgullosamente afirmo que jamás lo tendré. Sin embargo, para alguien me había convertido en el mismo tipo de calaña, alguien en el mundo me miraba con rencor y desdén por cómo era. Sólo con eso cuenta.
Pero sobreviví, contra todo pronóstico. Día a día acudía al colegio, hacía mis deberes, aguantaba vuestros ataques. Día tras día mi vida dolía un poco más, pero también cada vez menos; día a día me endurecía como la piedra.
Día a día, mi odio crecía.
Y llegó un momento, en el que ya no pude más.
No sé qué sucedió exactamente, sólo recuerdo la cara de Serena frente a la mía, con esa expresión de serenidad y arrogancia que tanto había aprendido a aborrecer.
¿Qué me dijo?, no lo sé, en serio. Supongo que lo mismo de siempre: cómo podía ser cada día más fea, por qué no tenía amigos, ningún chico jamás podría acercárseme sin vomitar… No lo recuerdo, tampoco importa ahora. De lo único que soy consciente, es del primer puñetazo que le di.
Hasta entonces, jamás me habría creído capaz de hacerlo, pero fui instintivo, simplemente mi paciencia se agotó. Recuerdo un leve dolor en el puño, el pálido rostro de ella y un “zorra” saliendo de sus labios. Mi mente quedó en blanco.
Volví a golpear.
Y no paré, mi cabeza no me dejaba hacerlo. Me encontraba muy lejos de allí, muy lejos de todo, y sólo podía pensar en los años de sufrimiento, de insultos, de desastre, en lo que se había convertido mi vida. Cada escena en mi mente dolía más, cada puñetazo era una pequeña venganza. Una venganza que se terminó cuando el director me cogió de los brazos y me alejó de ella, que increíblemente aún tuvo fuerzas para insultarme mientras me arrastraban por el pasillo.
Tras eso, todo fue muy rápido. Una denuncia, un juicio, una pequeña multa a pagar. Mi familia fue la única que volvió a mi lado; lo demás, lo perdí todo.
Lo he perdido todo, ya no me queda nada salvo ellos. Ni mi reputación, ni mi vida social, ni siquiera quién era. Nadie se me acerca, todos me temen por lo que hice, y yo, en mis peores ratos, me siento diferente.
Oscura, dañina, tan profunda como un pozo sin fondo y, a la vez, tan superficial como el papel.
Por vosotros, los que me habéis hecho así.

Quizá deberíais estar orgullosos.

martes, 6 de octubre de 2015

Entrada rápida: Participo en (otro) sorteo.



Pues eso, otra vez así, no sé que me ha dado últimamente por los sorteos...

Esta vez es un sorteo organizado por el blog Leyendo entre sueños y al participar puedes ganar un lote de productos valorados en 20 euros de Material Escolar (otra vez, sí... es que el otro lo perdí :( ).

Sin título-1


Espero que haya más suerte esta vez.
Como siempre, os dejo el banner con el enlace en la columna de la derecha.

Pronto (hoy o mañana) subiré un relato que terminé hace nada, que ya me siento culpable.

Un besito mis niños, ¡sed felices!

domingo, 4 de octubre de 2015

Jus Smile VII

¡Hola mis niños! Hoy vengo, una semana más, con un Just Smile. Siento haber publicado tan poco, por cierto, pero esta semana en la universidad he estado bastante liada… a ver qué tal esta que viene.
Hasta entonces, vamos con esto.


Just Smile es una iniciativa creada por el blog Corazón detinta, y consiste en, cada Domingo, escribir una entrada mencionando algo bueno que nos haya pasado cada día de la semana.

LUNES Voy a un museo y veo cosas chachis.

MARTES Hoy empiezo las clases de conducir.

MIÉRCOLES Las clases de hoy me han salido bien.

JUEVES Cambio los iconos de mi móvil.

VIERNES Mi novio me regala algodón de azúcar + copa con los amigos + cena familiar + veo al gatito de mis abuelos = Perfección.

SÁBADO Descubro en un paquete de cosas que había comprado por Internet un colgantito adicional que no había pedido:3

DOMINGO Hoy como con mi novio.


Y eso es todo por hoy. Un besito mis niños, ¡sed felices!