- Enid, ¿qué ocurre? – reconozco la voz de Susan, pero no tengo fuerzas para levantar la cabeza y mirarla.
- Thomas.
- ¿Te ha vuelto a decir algo malo?
Intento responderla, pero los sollozos no me dejan hablar. Tardo un poco en tranquilizarme, pero ella espera paciente, sin moverse del lugar donde está.
- Me ha dicho que soy rara. – mi voz tiembla y las lágrimas luchan por seguir resbalando por mi rostro, pero consigo reponerme – Me ha dicho que soy fea y extraña, que nadie me quiere. Dice que estaré siempre sola y que no tengo amigos. Ha sido muy malo.
- Pero tonta, no le hagas caso. Tú sabes que no estás sola, me tienes a mí. Yo soy tu amiga.
- Lo sé Susan. Pero tú no puedes venir conmigo al colegio. Allí no tengo a nadie, y Thomas me dice esas cosas tan feas… No puedo más, no quiero ir más a ese colegio. – un par de lágrimas se escapan de mis ojos, tardo unos segundos en poder volver a hablar – ¿Qué puedo hacer? Por favor, ayúdame.
Susan se queda callada de pronto y temo haberla enfadado. Lentamente, me recoloco sobre la cama y la miro, expectante.
- ¿Susan?
- Un segundo, estoy pensando.
Espero, pero no dejo de mirarla. Justo mientras me seco las lágrimas, ella gira la cabeza y me mira. Sus ojos cristalinos pueden resultar vacíos, pero yo percibo algo más en ellos; sus labios, situados sobre una piel blanca y brillante como la porcelana, no se mueven cuando me habla.
- Se me ocurre… que podrías matarlo.
Da muy mal rollito, la verdad xD De todas formas, me gusta (me preocupan mis gustos, ahora que lo pienso xD)
ResponderEliminar¡Un beso!
Tú sólo los lees, yo los escribo, así que imagina cuánto deberías preocuparte por mis gustos... xD
EliminarUn beso :)
Me encantan tus relatos de terror^^
ResponderEliminarMuchas gracias ^-^
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