viernes, 22 de mayo de 2015

Criatura.

Me siento enormemente afortunado ahora mismo, bendecido por tu pacífica belleza que aplaca los sentidos.
Adoro contemplarte así, dormida, ajena al mundo cruel que sólo quiere dañarte y sumida en dulces sueños de romance y alegría. Una sonrisa se refleja en tu rostro, iluminando esos finos rasgos que siempre he amado, seguramente estés viendo algo feliz, me alegro mucho.
Pero me alegra más ser yo el único que puede contemplar este momento. Ser yo la única persona que sabe que sonríes en sueños; que no emites esos ronquidos que tanto me molestan, que en vez de eso suspiras suavemente; que sueles moverte dormida en las noches cálidas de verano; que nunca duermes de boca abajo. Sólo yo tengo la fortuna de saber todo esto, aunque ni siquiera tú sepas que lo hago.
Nadie lo sabe, aún nadie es consciente de mis visitas nocturnas a través de tu ventana, de que cada noche entro a tu habitación para ver pasar las horas oscuras contemplando tu piel blanca como el marfil iluminada por la luna, tus suaves labios del color de las rosas, escuchando tu respiración y aspirando el aliento en tus suspiros. Te amo.

Y tú me amarás a mí, aunque todavía no seas consciente de ello. Sé que algún día te rendirás a mí, a mis halagos, a mis miradas furtivas y mis sonrisas al servirte la comida en el salón. Sé que algún día existiré para ti, y significaré tanto en tu vida que enfrentarás viento y marea con tal de tenerme a tu lado. Un día te casarás con este humilde plebeyo que tanto te admira, y entonces podré contemplarte cada noche con la tranquilidad de quien conserva un tesoro de manera legítima.
Sin embargo, mientras espero la llegada de ese momento, me conformo con esto.
Una ligera brisa atraviesa las cortinas y agita levemente las sábanas que cubren tu cuerpo, provocando que te acurruques más en ellas entre muecas de fastidio. Pobrecita, es cierto que está haciendo algo de frío últimamente... pero no te preocupes, cerraré la ventana al salir, no deseo que enfermes.
Me marcharé con el canto del primer pájaro, y descansaré en mi humilde jergón hasta que llegue la hora de servirte el desayuno. Con una gran sonrisa, con la luz que reflejas en mi rostro, con mi mejor saludo tras velar tu sueño.
Esta noche, como tantas otras. Para siempre.


Imagen sacada del cartel de El Perfume, película en la que 
me he inspirado para escribir este relato.

martes, 19 de mayo de 2015

El día en que te pierda.

Sé que algún te perderé.
Sé que algún día te irás lejos, y volarás alto. Y sé que, en tu camino a las estrellas, olvidarás todo lo que te retiene aquí. No te lo reprocho, te lo mereces.
Pero antes de que te marches, tengo que decirte algo.
Quiero que seas fuerte, pequeña, más fuerte de lo que eres ahora, más fuerte de lo que yo seré jamás. No quiero que sufras, no quiero que tengas miedo, y quiero que sepas mirar hacia delante con la fuerza y la determinación de quien sabe que nada puede vencerle. Sé que lo lograrás, sé que serás así, porque todo lo que te ha intentado derrumbar no ha hecho más que convertirte en una persona más valiente, más grande. Tú eres como las rocas del acantilado, siempre firmes aunque el oleaje ataque con la fuerza de un titán, impasible ante el temporal, fuerte a pesar de todo... no sabes lo orgulloso que estoy de ti.
Creo que nunca te lo he dicho, quizá debí haberlo hecho antes. Cada día que te veo el orgullo me invade el pecho: eres lo mejor que he hecho en toda mi vida, el ser más bello que he hecho jamás. Cada vez que te veo, cada segundo en que mi vista abarca tu imagen, puedo ver tu inteligencia y tu humor, tu mirada observadora y tu amplia sonrisa. Eres idéntica a tu madre, y en tu rostro puede verse un pedacito de mí, creo que tu vida es lo mejor que me ha pasado, gracias por existir.
Quiero que sepas que te quiero, que te quiero mucho, que te quiero de verdad. Eres mi niña, y por eso siempre te voy a amar; me da igual dónde estés, o dónde esté yo. Nada podrá cambiar que eres parte de mí, sangre de mi sangre, ni la distancia más larga podrá cambiar que eres mi hija, lo que más quiero en este mundo.
Por eso sé que algún día te perderé, porque sé que querrás libre.
Por eso sé que te irás. Para volar libre, para ser tú.
Pero no siento pena. No estoy triste, no tengo miedo. Porque siempre te querré, siempre te llevaré conmigo aunque nos separen millones de kilómetros, siempre estarás en mi corazón al igual que yo espero estar contigo, el día en que te pierda.
El día en que te vayas lejos, el día en que vueles alto.

Sé feliz.

jueves, 14 de mayo de 2015

Por tener mente dispersa.

1.       Lograr atender a algo durante más de diez minutos es todo un logro.
2.       Las cosas pasan a tu alrededor sin que te des cuenta.
3.       En consecuencia, te ves a menudo preguntando el por qué de la broma de la que todo menos tú se están riendo.
4.       De las cosas que la gente te cuenta, sólo el 30% se queda en tu recuerdo.
5.       De la gente que conoces, sólo podrías reconocer a la mitad.
6.       Eres un gran experimentado en la incómoda situación de tener que preguntar por su identidad a alguien que supuestamente conoces.

Perdona pero, ¿quién eres?


7.       En la de contradecirte a ti mismo.
8.       Y en la de no recordar lo que una persona te ha contado cien veces.
9.       Corres el riesgo de parecer un borde.
10.   De parecer una persona a quien no le importan los demás.
11.   De parecer un gili******.
12.   Pero no es tu culpa, tienes un serio problema en la cabeza, es muy duro.
13.   Nunca estás a lo que tienes que estar.
14.   Sólo tú sabes lo que es soñar despierto, porque lo haces cada segundo que no está durmiendo.
15.   Te mueves por inercia, nunca te fijas por dónde vas.
16.   Y sueles sufrir las consecuencias.


17.   Te ves en lugares sin poder recordar cómo has llegado a ellos.
18.   Sueles contar muchas veces lo mismo a la misma persona.
19.   Conoces el peligro de posponer tus planes dos segundos, porque para entonces ya los puedes haber olvidado.
20.   A menudo entras en una habitación, y no recuerdas para qué.


21.   Cada vez que abres el ordenador para hacer algo importante, te sorprendes distrayendote con cualquier otra cosa.
22.   Has desarrollado la capacidad de fingir que has escuchado lo que alguien te ha dicho, aunque no sea así.
23.   Mirando al pasado, apenas eres capaz de recordar las cosas que te han pasado en un primer momento.
24.   Y, si te pones a pensar, existe una enorme posibilidad de seguir sin recordar.
25.   Sólo tú sabes lo incómodo que es tener que fingir acordarte de un acontecimiento crucial en tu vida... que has olvidado por completo.
26.   Después de varias situaciones incómodas como estas, has aprendido que lo mejor es cerrar la boca.


27.   No es aconsejable encargarte recados.
28.   Ni consultarte cosas dichas en clase o en el trabajo.
29.   Ni dejarte pendiente de la comida.
30.   Siempre que te encarguen despertar a alguien, lo harás media hora después de lo que deberías.
31.   Si es que te acuerdas de hacerlo.


32.   Eres practicamente incapaz de seguir el argumento de una película.
33.   Hace años que tu diario espera que escribas en él.
34.   No entiendes a esa gente que es capaz de concentrarse durante más de quince minutos en lo mismo.
35.   Mirar al vacío es suficiente para distraerte.
36.   Aunque nadie lo crea... de verdad, en tu cabeza hay algo más que pájaros.
37.   Y cuando se van, todavía queda algo de capacidad de concentración escondida.
38.   Si lo usas, salir de fiesta implica SIEMPRE levantarse a la mañana siguiente con manchas de maquilaje por toda la cara.


39.   Concentrarse en el estudio durante más de media hora es imposible.
40.   De pronto vuelves a la tierra, sólo para darte cuenta de que la persona con la que estás lleva hablando media hora sin que hayas escuchado una palabra.
41.   “Eso es muy importante... ¡anda, un perrito!”

42.   Y, por último, lo más importante... “¿PERO QUÉ DEMONIOS ME PASA?”.

lunes, 11 de mayo de 2015

Rabia.

Y gritar, y romper el cristal, y gritar al mundo que lo odio todo, que los odio a todos, que ya no puedo más, que estoy hasta los huevos.

Hasta los huevos de mi vida, y del mundo, y de sus santos cojones. Y si me fastidian yo fastidio. Porque sí, porque el mundo es así, porque me da la gana, porque qué coño.