Tenía muy claro qué quería ser de mayor. Quería poner las estrellas
en el cielo.
Le fascinaban las estrellas, aquellos puntos de luz
diminutos que se dejaban ver cuando el cielo estaba oscuro. Nunca apartaba los
ojos de ellas, ni cuando dormía, y su madre a menudo la descubría desvelada de
madrugada, asomada a la ventana con los ojos y la sonrisa iluminadas de
ilusión.
Nunca terminó de aprender los nombres de las constelaciones,
o de las principales estrellas. Ella tenía sus propios nombres e ignoraba los
de los demás, por ser aburridos e impersonales para cosas tan bellas. Las
tuteaba, y solía referirse a ellas con motes cariñosos normalmente destinados a
las amistades.
Hablaba con ellas en el parque, en las terrazas, en cualquier
lugar donde pudiera verlas, y los demás miraban extrañados a sus padres,
preguntando sin palabras cómo una niña de cinco años seguía haciendo tales
cosas. Ellos, sin embargo, nunca respondían: habían aprendido con los años a
ignorar los dedos acusadores y las miradas descaradas, los comentarios educados
escudos de burlas y cotilleos. Ya no les afectaban, ya no eran importantes;
ahora sólo podían ver cómo su niña, su pequeña hecha de estrellas, era feliz.
Un par de años más tarde, comenzó a crear sus propias
constelaciones, a descubrir sus propias estrellas, y disfrutaba diseñando y
poniendo nombre a aquellos habitantes del cielo que ella misma había sacado a
la luz. De ese modo decidió que quería ser ponedora de estrellas, su único
deseo en la vida era poblar aquel firmamento oscuro de tantas estrellas como
les fuera posible: todas diferentes, todas especiales, creadas una a una por
ella, hasta que ya no cupieran más.
Sin embargo no fue posible, y su entorno le enseñó que los
suyos eran sueños, y que debía vivir en la realidad. Que debía buscar un
trabajo, que poner estrellas en el cielo no era posible, y por tanto no una
opción real. De este modo, la niña hecha de estrellas se convirtió en abogada,
poniendo los pies en una tierra que la obligaban a adorar.
Pero la niña no era feliz y cada noche, al acostarse, miraba
al cielo y recordaba con añoranza aquellos tiempos en los que podía hablar y
jugar con sus amigos luminosos sin que nada importarse, en los que podía ser ella
misma, real o no, daba lo mismo. Estaba triste, muy triste, y las lágrimas
solían rodar sobre sus mejillas cuando cerraba los ojos para dormir.
Un día, no pudo soportarlo más, y llorando rogó poder subir
al cielo, para vivir allí por siempre y alejarse de aquel mundo que la tenía
atada con sus obligaciones y sus deudas, sus apariencias y sus normas.
Y entonces, la niña se convirtió en luz.
Nunca se asustó, en ningún momento se preocupó, y riendo
corrió hacia el firmamento, donde hasta hoy vive alegre y contenta, hablando
con sus amigas las estrellas, visitando las constelaciones y creando nuevos
astros con un toque de su magia, de aquella magia hecha de luz que posee desde
entonces.
Y sus padres, desde la tierra, encuentran y contemplan cada
nueva estrella que ven nacer. Y les ponen nombres, y les hablan, y les
preguntas felices por su niña, orgullosos de que su pequeña haya cumplido por
fin ese sueño que siempre tuvo en su interior.
Crear estrellas, ponerlas en el cielo, para siempre.
Me ha encantado. Escribes jodidamente bien. Da gusto leerte.
ResponderEliminarUna grandiosa idea.
Besos,
Diana.
Mil gracias <3
EliminarBesos ^^
Es bonito. Y triste, todo al mismo tiempo. Pero a mí también me gustan las estrellas♥ Y tú sigues escribiendo tan bien como siempre.
ResponderEliminar¡Un besote!
Las estrellas son bonitas ^^
EliminarMuchisimas gracias <3
Un beso!
Es una preciosidad, y como tal, es bonito y triste. Me encanta, vamos .)
ResponderEliminar¡Un besazo!
Gracias guapa ^^
EliminarUn beso :3
Ainss muy bonito pero triste también :(
ResponderEliminarLo importante es que te haya gustado ^^
EliminarHola :)
ResponderEliminar¡Me encanta todo lo que escribes! Da gusto leer fragmentos así ^_^
Saludos.
Mil gracias ^^
EliminarSaludos
Hola, te hemos nominado a unos premios: http://lectorasanonimas2014.blogspot.com.es/2015/09/premios-acumulados.html
ResponderEliminarMil gracias ^^ En cuanto pueda me paso.
EliminarMe encanta *_* Me siento muy identificada ahora mismo D: Acabo de empezar la carrera, y la verdad es que es un agobio. Me da envidia la niña, pero los padres me dan pena (ya lo pasan mal los míos ahora que tengo que irme a estudiar a otro sitio). Pero por lo menos la niña es feliz ^-^
ResponderEliminarQué pena que la vida real no nos deje huir -.-'
Un beso muy grande <3
Mucho ánimo con la carrera, ya verás que luego no es tanto :)
EliminarLos padres son felices porque su niña es feliz ^^`( o eso se supone siempre).
Ya, lo sé :(
Un besazo ^^