lunes, 5 de enero de 2015

Dos en una.

No puedo más, no lo aguanto.
Llevo toda mi vida viviendo sin vivir, sin ser yo. Nunca he sido solo yo, nunca he tomado mis propias decisiones, nunca he estado sola.
Porque siempre estoy con ella.
Ella es mi infierno, mi maldición. Me habla siempre, todo el rato, aunque necesite estar en silencio; nunca duerme, siempre está activa y dispuesta a actuar; me incita a hacer el mal, incluso cuando quiero obrar bien; es poderosa, hasta tal punto que a veces llega a dominarme. Y lo peor es que no me puedo deshacer de ella.
Porque vive dentro de mí.
Es la segunda alma que ocupa mi cuerpo, se acopló con él cuando yo ya estaba dentro, y no aceptó un “no” por respuesta. De hecho, intentó echarme, pero me resistí. Quizá hubiera sido mejor que me fuera, así ahora sería libre.
Libre para tomar mis propias decisiones, para obrar como quiero sin que ella me susurre al oído segundas posibilidades, para poder enamorarme, para poder disfrutar sin pensar en el otro par de ojos que observa todo lo que puedo ver.
He llegado a pensar que estoy loca, que en realidad no hay nadie más, sino que todo es culpa de mi mente desquiciada. “Trastorno de personalidad múltiple”, lo llaman... pero no estoy convencida. Si tuviera de eso, no sería consciente, pensaría que sólo estoy yo; pero sé que es no es verdad, que ella es mi sombra...
No quiero seguir viviendo así, por favor, no lo puedo aguantar más. He intentado de todo para echarla: he meditado, he contactado con mi mente, he acudido a espiritistas... hasta he llegado a hacerme un exorcismo, pero nada ha funcionado. Espero que el suicidio me ayude.
La echaré de aquí, aunque tenga que irme también yo.
Me subo a la silla y alcanzo el lazo, sin ser apenas consciente de lo que estoy haciendo; sacando fuerzas de donde ya no me quedan, rodeo mi cuello con la cuerda, y me dispongo a saltar; saco un pie de la silla, solo queda el otro.
Solo un paso más...
Pero entonces, mis brazos se deshacen de la cuerda, y mis piernas hacen que se sienten en la silla. No hace falta ser muy inteligente para saber que no lo he hecho yo, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que ella ha tomado por un momento los mandos de la situación.
Sabía lo que iba a hacer.
Y no quiere morir.
Jamás podré quitármela de encima.

Desesperada me acurruco en la silla y me echo a llorar. Todos podrían oír mis sollozos, todos podrían ver las lágrimas corriendo por mis mejillas, pero solo yo puedo escuchar cómo, triunfante, ella se ríe a carcajadas en algún rincón en mi interior.

6 comentarios:

  1. ¡Hola Irene! Como de costumbre, un gran texto, aunque realmente angustioso.
    Un beso :)

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    1. Muchísimas gracias mi querida Valquiria :D
      Bueno, en temas así, que reflejen angustia significa que lo he hecho bien.
      Un beso.

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  2. Según he entendido no es un trastorno de doble personalidad, sino alguien o algo que se ha apoderado de ella. Una situación similar al libro y peli La huésped.
    Saludos.

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    1. No lo he leído, ni visto la peli, promesa...
      Saludos :)

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  3. Quizás lo conoces por The host. El de Stefanie Meyer.

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    1. No, no, si se a cual te refieres, pero nunca le he echado un ojo.

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