domingo, 9 de agosto de 2015

La víctima del diablo.

Las calles de la ciudad se encuentran sumidas en las sombras, presas de  una oscuridad que lo envuelve todo.
La lluvia azota cada rincón, tratando de limpiarlos, luchando por diluir los pecados cometidos en cada callejón.
Es una ciudad maldita, la ciudad de los errores, la ciudad del dolor, un entramado de edificios desierto a estas horas. La lluvia cayendo, la noche cerrada, nadie quiere exponerse al exterior.
Nadie menos ella.
Camina arrastrando los pies, el cabello castaño y liso cae a ambos lados de su cabeza gacha mientras contempla el suelo que pisa. Avanza lenta, no le preocupa mojarse, ni la oscuridad, ni el hecho de que alguien pueda sorprenderla tras las esquinas. No tiene miedo de nada, porque no tiene nada que perder.
Ella ya lo perdió todo hace mucho, está acostumbrada a la soledad.
Todo comenzó una noche como esta, una madrugada de lluvia y calor, de vidas que acaban de comenzar y pensamientos rotos, de deseos oscuros e inocencias que empujan a la perdición. Ella caminaba sola, como ahora, pero con agilidad y vida; levantando los pies y con la mirada al frente; una brillante sonrisa reflejada en su rostro; tampoco tenía nada que perder, pero porque era imposible verse despojada de nada.
Le conoció en un callejón, uno oscuro, envuelto en sombras, testigo de desgracias y terribles decisiones que no traen nada bueno. Si él hubiera continuado así, con su silueta apenas visible entre las paredes, ni siquiera se habría fijado, ni siquiera habría reparado en él; pero el fuego del cigarro iluminó su rostro, y ella le miró, y él le sonrió con esa dentadura impoluta. Se acercó.
Era bastante mayor, se aproximaba a la treintena, mientras que ella apenas llegaba a los dieciocho. Pero era muy guapo, y misterioso, y la hacía sentir atractiva y sexy; no como los otros chicos, que no perdían la ocasión de mencionar sus escasas curvas y su problema de acné. Él la adoraba, la trataba con cariño, la besaba con pasión. Entre sus brazos descubrió lo que era el placer, el sentirse querida, la obsesión. Esa obsesión que la llevaría al infierno.
Él no era un buen tipo: bebía mucho, le gustaba demasiado el sexo y no ponía reparos en probar cualquier tipo de droga. Ella le seguía a donde fuera, pues su mundo se redujo a su persona, y de su mano conoció la vida de excesos y rebeldía que finalmente aprendió a disfrutar.
Comenzó a odiar a su familia, a sus amigas tímidas y calladas que coartaban la libertad que creía estar alcanzando, cambió sin saber por qué, sin saber cómo, y antes de darse cuenta se convirtió en la emperatriz del diablo, con los labios del rojo de la sangre y la mirada cada vez más fría.
La tarde que decidieron huir el cielo se tiñó de gris anunciando su triste augurio, y la niebla invadió las calles en un vago intento por detenerla. Pasaba más de un año desde el día en que se conocieron, y la dulce muchacha de mirada limpia y sonrisa amable se había convertido en la reina de las sombras, con palabras hirientes como cuchillos y el desprecio resbalando por su piel abarrotada de caricias vacías de amor.
Huyeron corriendo de la ciudad, saliendo de unas calles oscuras y tenebrosas para adentrarse en otras cuya luz engañaba a los sentidos y embriagaba las almas malditas. Se dejó llevar, perdida en la fascinación por el hombre que guiaba su mano, hipnotizada por la seducción del demonio, por el engaño del traidor. Voló y se sumergió entre el ambiente mágico, las risas falsas y los intereses escondidos; entre los suspiros y el sollozo, entre la seducción y el arrepentimiento.
Permitió a su ser partir, y se convirtió en un cuerpo vacío que se dejaba llevar por la marea, arrastrándose tras un hombre encantador que escondía la frialdad del abismo en su interior, colmándola de placer y alegrías fugaces mientras poco a poco su aburrimiento y desdén crecía y se expandía, envolviendo en sombras la figura de aquella muchacha que una vez lo había tenido todo, que una vez había gozado de un futuro vestido de esperanza y felicidad. Una muchacha que ya no existía, reducida a migajas por el hombre al que nunca debió ver, con el que nunca debió hablar.
Los días se volvieron eternos, fusionando las mañanas y las noches en un mismo tiempo lineal. Las personas se convirtieron en rostros borrosos de sonrisas perfectas y miradas diluidas en alcohol. Las luces cegaban, las esquinas se confundían entre sí y la mareaban en un extraño torbellino de drogas, juego y sexo en el que apenas podía ya recordar dónde estaba, o tan siquiera quién era. Sólo él se mantenía firme, dirigiendo su mundo, situado en el centro del círculo vicioso en el que se veía inmersa como si fuera el sádico titiritero que impasible contempla cómo su marioneta se ensucia y se rompe, perdiendo su lustroso brillo mientras deja de serle divertida.
Un día oscuro, las cuerdas se rompieron, el juguete fue abandonado en un rincón, la burbuja explotó en mil pedazos convirtiéndose en cristales que se clavan en el alma. Un día oscuro, él perdió el poco interés que le quedaba y, sencillamente, se marchó. Como un sueño, como el soplo del viento que se aleja para morir, de pronto ya no estaba allí.
Y ella cayó. Cayó al fondo del abismo; a la oscuridad; a las profundidades del mar que apaga la vida de los inocentes y alivia las desgracias de los infelices torturados. Cayó, se hundió en las sombras y en la oscuridad, en el llanto y la desesperación, en el mutismo más profundo y la muerte en vida. Quedó sola, un cuerpo sin alma; una máscara vacía que apenada busca su dueño; una muñeca de porcelana que, tras su muro de cristal, contempla el mundo exterior sin que nadie repare en ella. En eso se convirtió: en un fantasma; una virgen llorosa; la hija del averno que canta al mundo su pesar, aunque este no quiere escucharla.
No quedaba nadie para ella, todos se habían ido. Su ciudad, aquella cuya oscuridad le era desconocida antaño, la acogió entre sus brazos con las sombras de los desgraciados y el olor nauseabundo de los malditos; sus calles mostrando toda su crueldad a su paso; los árboles secos, los rostros marchitos. Todo lo que siempre se había ocultado para hacerla feliz parecía resurgir ahora, tan desesperanzadora como siempre había sido, tan gris como el ser que la fundó, mostrando su realidad a aquella alma maldita que volvía a casa persiguiendo una redención que jamás podría alcanzar.
Su familia no estaba en casa, se marchó de allí cuando ella se fue, y nunca miró atrás; aquellas mujeres que fueron sus amigas ya no la reconocían, o no querían hacerlo, observando con desprecio a aquel espectro que decía ser la joven alegre y bondadosa que un día encontró la perdición en brazos de un lobo vestido de cordero. No quedaba nada, ningún hálito de vida ni ánimos que levantar; sólo la espesa niebla que ronda por el camino impidiendo avanzar y la muerte en cada esquina, atrayendo con su canto a los más desdichados.
Hoy, ella sigue allí; llamándola a cada minuto, dibujando su sucia sonrisa en cada pared, en cada gota de lluvia, en los rostros de aquellas personas que felices ignoran su pesar. Pero no ha cedido, no ha acudido a su llamada, no se ha rendido a sus pies, pues sabe que morir será su salvación, su puente hacia la paz que hace tanto tiempo perdió, y sabe que no se la merece.
Por salir de su camino, por abandonarse a los brazos del mal, por dejarse arrastrar hacia las profundidades del más oscuro infierno.
Por jugar con el demonio.






4 comentarios:

  1. Es impresionante, Irene. Es muy triste y desesperanzador, pero al mismo tiempo es poético y cierto. La verdad es que me gusta, pero ojalá esas cosas no pasaran.
    Un beso :)

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    1. Mil gracias Valquiria :3 Ojalá, pero hay mucho cretino suelto...
      Un beso ^^

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  2. Vale, primero: me encanta la ambientación y las metáforas (las marionetas y las muñecas me dan miedo :'D). Segundo: es... oscuro. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que esté mal. De hecho, me encanta. Y las cosas oscuras me encantan más, preocupantemente :> ¡Sigue así!
    Un beso ^-^

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    1. ¡A mi también! Sobretodo las muñecas de porcelana, dan yuyu. También me gustan las cosas oscuras.
      Jo, puse mucho empeño en la ambientación y lo oscuro, así que gracias *-*
      Mil gracias :D :D
      Un beso ^^

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