Todos esperan su llegada. Todos quieren ver a la pequeña.
Ella es luz y alegría que ilumina todo cuanto la rodea.
Cuando viene, el pueblo se llena de color, feliz de volverla a ver corriendo
por la calle con sus oscuras trenzas al viento, riendo y sonriendo a cualquiera
en su camino, insuflando vida al lugar.
Cuando cruza la puerta de la casa de sus abuelos, estos
dejan de ser ancianos y se vuelven jóvenes como antaño. Juegan, saltan y bailan
con la niña, que resuelve sus problemas y cura sus dolores sólo con mirarles.
La pequeña, cuyo nombre es el mismo que el del pueblo, es
mágica. Gracias a ella, el dolor y la pena se esfuman, la paz y la alegría
aparecen más nítidas que nunca. Los campos son más productivos, los pájaros
cantan más alto, hace mejor tiempo y la gente es más feliz. Hay fiestas,
mercados y juegos y todo es hermoso.
La quieren, y ella les quiere a ellos. Pronto vendrá, y
volverá bendecirles transportando la magia a todas las casas, calles y rincones
que esperan.
Que la esperan a ella, a la pequeña.
¡Muchísimas gracias, de verdad! ¡Que ilusión!
ResponderEliminarDescuida, en cuanto pueda (más pronto que tarde) publicaré la entrada y te lo haré saber.
Gracias, gracias, gracias.
Un abrazo :))
Para mi la pequeña, es mi niña de tres años Lidia. Ella me hacer sentir todas las sensaciones que has descrito en tu relato. Es muy salada, alegre y tiene una carita para comérsela.
ResponderEliminarOh, qué adorable, me gustan mucho los niños. Me alegra haberte hecho recordar a tu niña con mi relato, es muy bonito.
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