Sentado en el puente, espera a su amada.
Lleva esperando a su bella Stella años, decenas de años,
cientos de ellos. Pacientemente aguarda ver su blanca piel, su cabello cobrizo,
sus ojos claros cruzando la esquina en una góndola, pero tarda en aparecer.
A él no le importa, sin embargo, y desde que acudió al
puente no se ha movido jamás, ni una sola vez. Ni cuando la gente intentaba
arrastrarle bajo un techo, ni cuando le rogaban para que se fuera con ellos a
comer algo, ni cuando intentaban convencerle de que la muchacha no
iba a aparecer. Nunca.
Y entonces, un día cualquiera, dejaron de molestarle.
Desde entonces, está mucho mejor. No siente hambre, ni frío,
ni cansancio, y puede dedicarse por completo a su amor por Stella para que la distancia
no lo destruya. Y, cuando ella aparezca, podrán casarse y estar juntos por
siempre, como planearon hace tantos años, enfrentándose así al padre cruel y el
prometido posesivo de ella.
La noche ha caído en Venecia, el agua del canal se torna
oscura y amenazante. Sus ánimos decaen un poco, como cada atardecer. A Stella
no le gusta viajar de noche, hay demasiados bandidos y malhechores rondando en
las esquinas, así que seguramente su espera no merezca la pena hasta mañana.
Decepcionado, da media vuelta y empieza a pasear por el
puente, no quiere ver el agua, se le hace demasiado insoportable. Sin embargo,
algo le hace cambiar de idea. Un sonido se extiende por el callejón: Parece una
góndola, pero el ruido es demasiado ligero, mucho más suave de lo normal. Le
llama mucho la atención, y se vuelve hacia el objeto que lo está causando.
Y entonces, la ve. Es ella, avanzando lentamente en una
góndola conducida por su más fiel trabajador. Ambos presentan un aspecto
horrible, moratones y algunas heridas decoran sus rostros, pero él la sigue
viendo hermosa y una luminosa sonrisa llena de alegría ilumina sus rostros.
El hombre frena al tiempo que el muchacho baja corriendo las
escaleras y se sienta con Stella, sorprendiéndola con un largo beso que ambos
llevaban esperando demasiado tiempo.
La góndola pasa por debajo del puente y se aleja transportando
a la pareja. Ríen, son felices, les ha
costado mucho, pero al fin están juntos.
Para siempre.
Es verdad lo que decías que te gustaba mucho escribir sobre fantasmas. Relato sobre el amor sin barreras, ni la muerte puede con el. Historia de amor eterno.
ResponderEliminarSí, son una gran inspiración... pero a veces dan bastante miedo.
EliminarGracias :)