Bueno, pues ha perdido España. Se terminó, fin.
La selección que tantas alegrías nos ha dado, que tanto nos
ha hecho sonreír y vibrar, ha caído donde nadie pensaba que iba a caer. Nadie
se imaginaba esto, no tan pronto, y eso entristece a todos los españoles que
gustan de ver y vivir estas cosas.
Se ha terminado un ciclo, y se ha terminado de forma brutal.
“¿Por qué?”, “¿qué está pasando?”, “¿a qué están jugando?” son preguntas que
han rondado en las cabezas de todos los espectadores en estos dos partidos que
han bastado para mandarnos a casa. No hay manera de responderlas, hay cientos
de teorías y sólo esos chicos que están sufriendo ahora en Brasil saben cuál es
la correcta (si acaso).
Es deprimente, lo sé. Primero los jugadores y el equipo
técnico; y después los aficionados que hemos sufrido, sonreído y vivido con la
Selección estamos hundidos, tristes o como queráis llamarlo (yo personalmente
estoy bastante desilusionada).
Como estamos así, ahora sólo vemos lo malo y las mil y una
causas de la derrota resuenan en nuestros oídos. Mucha gente puede estar hasta
enfadada, es comprensible, pero no hay que olvidarse de algo.
Estos jugadores que ahora criticamos, que no sabíamos a qué
jugaban, nos han dado tres victorias consecutivas en Eurocopas y Mundiales.
Nadie había hecho eso jamás, en toda la historia del fútbol, pero llegaron
ellos y lo lograron.
Estos jugadores que ahora comparten con nosotros la cabeza
gacha han bordado una estrella en nuestra camiseta. Una preciosa estrella dorada
que significa que hemos ganado un Mundial, que hemos sido campeones del mundo.
Estos jugadores son los que nos han dado cientos de
alegrías. Son los que nos han hecho vibrar, reír, abrazarnos y soñar. Son los
que nos han hecho sentir esa ilusión tan especial, los que nos han hecho gritar
por las calles y pitar las gugucelas en cualquier esquina. Los goles que han
marcado han reverberado a la vez en toda España. Por ellos hemos llorado de
alegría y nos hemos asado entre el sol y la multitud. Pocas veces hemos estado
tan de acuerdo en algo como en los campeonatos que nos han regalado.
No debemos vivir en este fracaso, sino recordar esos
magníficos triunfos. Tras hundirnos, debemos sonreír. No hay que criticar a
estos míticos jugadores, hay que darles las gracias.
Gracias por todo lo que nos han dado. Gracias por estos seis
magníficos años.
Gracias, tricampeones.
Tienes toda la razón; no estaríamos tan tristes si previamente no hubiéramos ganado todo lo que hemos ganado y, ¿quién lo hizo posible? Ellos, con su esfuerzo y dedicación y, sí, estoy triste y algo enfadada por como han acabado las cosas pero, como dices, hay que recordar que ellos nos hicieron campeones del mundo y no podemos únicamente ver lo malo, porque hay mucho bueno que debemos ver.
ResponderEliminar¿Qué pudo ser mejor? Por supuesto, pero a saber lo que llevan tras de sí.
Hay que estar orgullosos de ellos, aunque hubiéramos querido más porque han hecho lo que han podido.
Un beso :)
Lo normal es que hubieran llegado a semifinales o como mínimo a cuartos. Yo creo que el motivo, por lo menos yo lo vi clarisimo, es que la mayoría de los jugadores habían llegado pasados de forma, con demasiados partidos en las piernas en un calendario demasiado ajustado por la celebración del propio mundial. Ya en la liga, se notó claramente, que los tres equipos principales de los que se abastecio la selección, perdieron muchos puntos en el último mes de liga, debido a la falta de forma de los jugadores.
ResponderEliminarPuede ser. Que hay algo que falló está clarísimo, eso no lo puede negar nadie, ni por asomo.
EliminarLo único que pienso es que la Selección nos ha dado muchas alegrías, y que no debemos ver sólo lo malo. Sobretodo a estas alturas pensándolo con frialdad.