domingo, 29 de junio de 2014

La Noche de la Caza.

Son las doce de la noche. En el firmamento oscuro no brilla una sola estrella, ni siquiera la luna quiere aparecer, al igual que el año pasado.
Hoy, es la Noche de la Caza.
Hace ochenta años, los Extraños llegaron a la Tierra con la intención de invadirla. Eran muchísimos, según mis libros en todas las regiones del planeta se podían ver sus naves cubriendo el cielo, y estaban muy bien equipados con un armamento que nadie podría haber imaginado. Tanto ellos como nosotros podíamos prever su victoria inminente.
Sin embargo, no fue así.
Ante tal amenaza, todos los países se pusieron de acuerdo: se olvidaron las competencias económicas y las guerras; el pasado dejó de ser algo sobre lo que discutir; se extinguieron los individualismos y el egoísmo; todo ello era demasiado insulso comparado con lo que se nos venía encima.
Así pues, en apenas dos días la humanidad reunió unas fuerzas que ni ella misma sabía que tenía: todas las naciones descubrieron armas poderosísimas que habían estado ocultando; de golpe salieron a la luz máquinas como los soldados-robot, las pistolas láser de largo alcance y los aviones espaciales; nos enteramos de que Francia había logrado dotar de inteligencia artificial a prácticamente cualquier objeto; de un día para otro, todo el mundo quería ser soldado.
Sin dudar, hicimos buen uso de esta fuerza y logramos contener a los Extraños, que ni siquiera pudieron atravesar la atmósfera. Durante los siete años que duró la Gran Guerra las luces de colores podían verse cada día surcando el cielo y los avisos de ataques eran constantes; no había indicios de victoria para nosotros pero tampoco para ellos, habíamos alcanzado una nueva estabilidad que, sin embargo, no duró mucho.
Un día cometimos un tremendo error o sufrimos una horrible desgracia, según se mire. Pocos meses después del séptimo aniversario del inicio de la guerra prácticamente la totalidad de nuestras armas dejaron de funcionar a la vez, como si de una extraña conspiración de las máquinas se tratara. Nadie sabe con certeza la causa: unos dicen que en la base principal del Centro Armamentístico algunos metieron la pata hasta el fondo, otros que la tecnología tiene unos límites que nosotros excedimos. Imagino que eso da igual, la cuestión es que de pronto quedamos totalmente indefensos ante los Extraños, que no desaprovecharon la oportunidad.
Pero en lugar de las bombas y las masacres que todos esperábamos, ellos se limitaron a destruir el Centro Armamentístico con todas nuestras armas y mandarnos un mensaje.
No iban a invadirnos, a pesar de que esa fuera su intención al principio. Lo que inicialmente era puro interés, a lo largo de esos años se había convertido en un odio que no podía resolverse con unas cuantas bombas, sino que debía calmarse lentamente. Ya no querían someternos, ahora querían una venganza que recordáramos siempre: cada año, en la noche más oscura, regresarían para capturar a diez jóvenes humanos al azar de cualquier parte del mundo y, cuando ya los tuvieran, iluminarían el cielo con una brillante luz para que todos supiéramos que no se habían olvidado, que aún seguíamos pagando.
Con el tiempo descubrimos que no podíamos defendernos. Los Extraños habían reducido nuestros equipos a cenizas y sería muy difícil, si no imposible, volver a fabricar nuestras fantásticas armas. Además, pronto nos dimos cuenta de que, aunque escondieran a todos los jóvenes del mundo (lo intentaron hace unos años, cuando yo era un chiquillo de trece), siempre nos encontraban (todos vimos a través de la televisión como los succionadores atravesaban las cavernas y se llevaban a diez aterrorizadas víctimas). Hasta la fecha, no podemos luchar.
Es la una de la madrugada. El cielo sigue tan oscuro como antes y, nervioso, cruzo los dedos esperando a la luz que señala que los Extraños se han marchado y yo estoy salvado una vez más. Sé que es egoísta, pero no puedo evitarlo.
Aparece diez minutos después. Es enorme, muy brillante, parece una estrella que marca durante unos largos segundos el firmamento para luego desaparecer.
Suspiro más tranquilo y me vuelvo hacia mi casa, donde mis padres esperan ansiosos y agotados.


2 comentarios:

  1. Relato de C. Ficción que enmascara un tema muy peligroso, las armas que los diferentes gobiernos ocultan públicamente.

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    1. Vaya, pretendía que eso fuera algo en segundo plano... el tema más peligroso que veo ahí son los extraterrestres.
      Creo que este escrito es el único de C. Ficción que he creado nunca.

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