domingo, 14 de septiembre de 2014

Nueva en clase.

Especialmente dedicado a Gin, mi madrina. 
Espero que te guste.

La alarma señaló el inicio de una nueva clase, pero era tal el alboroto que nadie en el aula pareció darse cuenta. Para cuando la profesora de Literatura entró en clase, Miguel seguía sentado en una mesa del fondo, riéndose de un chiste cuyo autor había quedado olvidado y con los pies apoyados en la silla de en frente.
-          Vale, chicos, ya está bien, el descanso ha terminado. Vamos a empezar la clase, sentaos en vuestros sitios – su mirada se posó sobre Lucas, que conversaba abrazado al respaldo de su asiento – mirando hacia la pizarra, si sois tan amables.
A pesar de la perspectiva de una nueva hora de aburrimiento, todos rieron. La mujer tenía una mirada observadora y valoraba mucho en sus alumnos - quizá demasiado - el esfuerzo y el trabajo, pero era comprensiva y simpática, y caía bien a sus jóvenes pupilos.
Con un golpe, se dejó caer en su asiento y sacó resignado el libro de su cajonera. La asignatura le gustaba, pero atender a una larga explicación nunca ha sido del agrado de nadie. Sin embargo, el discurso no duró mucho. A los diez minutos, sin previo aviso, una chica llamó a la puerta.
Al principio nadie pareció entender su presencia, ni siquiera la profesora, pero en seguida cambió de expresión. Con el gesto amable que la caracterizaba, le invitó a entrar y ella pasó con una lentitud propia de la timidez.
-          Chicos, esta es Ginebra, vuestra nueva compañera. – la chica esperaba de pie, jugando incómoda con las mangas de su jersey – Espero que le deis la bienvenida que se merece y que la hagáis sentirse cómoda. – hizo una pausa y examinó la clase hasta toparse con la mesa de Miguel, se volvió hacia la recién llegada – puedes sentarte allí, cariño, junto a ese chico.
En cuanto terminó de hablarle, una nueva energía pareció apoderarse de ella. Casi corriendo, se acercó a su nuevo sitio y se encogió en el asiento, como si deseara desaparecer. Cuando se inclinó sobre su mochila para coger el libro, el chico pudo observar los trazos de un tatuaje que asomaba travieso bajo la tela que cubría su hombro. Para cuando se incorporó, todavía seguía mirándolo, y se sobresaltó al toparse con la mirada acusadora y extrañada de ella, que le estudiaba como el cervatillo valora al cazador.
-          Lo… lo siento – aunque sonrojado, no bajó la vista. Ginebra tenía los ojos más extraños y bonitos que había visto nunca, el color verde del exterior daba paso al amarillo a medida que se aproximaba el iris. Por alguna razón, le recordaron a girasoles. – Soy Miguel – sonriendo, le alargó la mano – bienvenida.
-          Gracias – debió de parecerle simpático, pues mientras le estrechaba la mano dibujó su primera sonrisa. Con el gesto, un nuevo tatuaje apareció sobre su muñeca.
-          Luego te presentaré a toda esta clase de locos – su primera risa – hay un poco de todo, pero son majos. Pídeme ayuda con lo que quieras, ¿vale?, sé lo que es llegar nuevo, y no es fácil.
-          ¡Miguel! Seguimos en clase, ¿recuerdas?, ya tendrás ocasión de hablar cuando terminemos – la profesora, de pie frente a la pizarra, le miraba severa. Ginebra se volvió de inmediato, de pronto perfectamente formal, aunque aún pudo percibir la sonrisa de agradecimiento en respuesta a su ofrecimiento.
-          Perdón, ya me callo.
Durante toda la hora, no atendió ni un solo minuto a la lección; el tedio, junto a la curiosidad que le despertaba la muchacha, lo imposibilitaban. Ella, sin embargo, pareció no perderse ni una palabra, con la mirada atenta continuamente enfocada en la pizarra.
Al terminar la clase, cuando en el aula no había más que adolescentes, muchos de sus compañeros se acercaron a presentarse y ella, aunque visiblemente tímida, no dejó de sonreír. Él no se separó de la joven, como un guardaespaldas, observando orgulloso y pendiente sus movimientos. No sabía por qué, pero Ginebra le parecía especial; quizá fuera su timidez, el hecho de que su situación le resultara familiar, sus ojos o los tatuajes que llevaba marcados, pero sintió que nunca había conocido a nadie igual.
Vigilando sus primeros pasos en el camino hacia la integración, un sentimiento extraño se apoderó de él. Lo tuvo claro: mientras estuviera con ella, nadie podría atacarla; sería su mecenas, su protector, su amigo; conseguiría que se sintiera cómoda en su nueva vida.

Sin que nadie lo supiera, grabó esa promesa en su corazón.

10 comentarios:

  1. Ohh q genial y que intriga ¿que llevara tatuado?
    Besitoos

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    1. Gracias. Ni yo lo sé, jaja, pero lo averiguaremos.
      Muchos besos :)

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  2. Muy bonito Irene, me ha gustado muchísimo, sobre todo la última parte. Quien tuviera alguien así... *-*
    Un beso :)

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    1. Mil gracias, Valquiria. Sí, es buen tipo, jaja.
      Un beso.

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  3. Hola Irene. Ese chico debe sentirse muy solo para sentir ese apego y ese afán de protección con tan sólo un instante junto a la chica nueva.
    Besos, mama. Jaja. Lo digo porque muchas veces comienzas tus entradas con... Hola, mis niños... Jeje

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    1. Hola :) No lo veo así. Pienso que es empatía mezclado con una visión de Ginebra de "hermanita pequeña". Yo alguna vez he sentido eso con personas que no conozco prácticamente de nada, y no me siento sola.
      Jaja, es que no sé cómo llamar a mis seguidores, y esa es una expresión de cariño que uso mucho.
      Un abrazo.

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  4. ¡Hola!
    Ginebra es muy afortunada al encontrar a un protector. No me hubiera venido nada mal tener a un Miguel cuando me cambié de colegio a mitad de año, jajaja.
    Besos.
    PD: soy nueva en tu blog. Hasta ahora está muy lindo ;)

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    1. Hola. Sí, lo es, a mí tampoco me habría venido nada mal.
      Pues bienvenida y mil graciad por unirte a mi pequeño clan. Un abrazo.

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  5. ¡Que bonito! ¡MÁS MÁS MÁAAAS! Quiero saber que pasa entre ellos dos, que significan los tatuajes... ¡todo todo! Ya estas tardando en poner la segunda parte ;) No nos puedes dejar con la intrigaaaaa! Porcierto, escribes increíblemente bien :)
    Enhorabuena! Un beso!

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    1. El caso es que hay más, pero no es una segunda parte, son algunas escenas (dos y un diálogo, en concreto). Me he apasionado con esta historia, y quiero continuar la historia, pero aún faltan muchas cosas por concretar y no ando sobrada de tiempo así que, mientras tanto, escribo las escenas y diálogos que me vienen a la mente. Quién sabe, quizá termine con bastante material para escribir una novela y todo :D
      Mil gracias, un abrazo

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