miércoles, 11 de febrero de 2015

La mirada del cuervo.

El cuervo sigue ahí, apoyado en el poste, impertérrito e inmóvil.
La aldea le teme, le odia. Su presencia implica mala suerte y su graznido atrae a las ánimas muertas que claman desconsoladas desde sus tumbas; nadie le quiere allí, pero él no se va a marchar.
Porque tiene que vigilarla a ella, tiene que proteger a Chloe.
Ella le quiere, pues sabe que puede dormir tranquila mientras que él vele por ella. Lo hace desde que era apenas una niña, una pequeña criatura que trataba de huir del frío acurrucándose junto a rincones llenos de basura y rogando una mísera limosna sin que la gente se compadeciera de harapo sucio que era su vestido.
Tenía casi cinco años cuando la encontró. Era un día inhóspito y frío, y hacía días que la nieve rondaba por las calles sin descanso. Tras haberse pasado horas pidiendo sin apenas resultados, Chloe se dirigió al fondo del callejón más acogedor que pudo encontrar y se acurrucó en una esquina, sintiendo cómo el frío la inmovilizaba sin que el resguardo de la pared pudiera hacer nada por ella.
Jamás se había encontrado tan mal, tan débil. El frío entumecía sus miembros, que ya no podían ni temblar; apenas alcanzaba a mover los labios y abrirlos era un logro del que había desistido hacía mucho; se notaba la cara hinchada y los labios cortados, la piel tan fría como el hielo; ni siquiera era ya capaz de percatarse del hambre que tanto la había torturado en las últimas horas. De algún modo, supo que iba a morir, y no le dio miedo, por fin se acabaría aquella tortura. Cerró los ojos.
Pero volvió a abrirlos, para descubrir con sorpresa que una gruesa manta cubría su cuerpo dándole calor y que alguien había rodeado su silueta de botellas de alcohol. Aturdida como se encontraba, al principio no se planteó quién habría obrado así, hasta que unos golpes sordos junto a su cabeza la sobresaltaron.
Era un cuervo. De plumas brillantes y oscuras como el carbón, picoteaba el cristal de una de las botellas cada vez más rápido, tratando de llamar su atención. De un modo instintivo, la niña cogió el recipiente y bebió con la naturalidad del que ya ha hecho algo más de una vez, sintiendo cómo el líquido, a pesar del gusto amargo, le proporcionaba el calor que tanto necesitaba.
Entonces supo que era él quien había hecho todo aquello, quien la había cubierto con la manta y la había rodeado de todas aquellas botellas sabiendo, de algún modo, que le harían bien.  No sintió miedo, sin embargo: su madre le había enseñado, antes de morir, que no debía temer a los cuervos pues, al contrario de lo que se solía pensar, ellos siempre cuidan de los que deben. Y ella era su protegida, desde entonces y hasta el fin de sus días.
De este modo, le acogió con los brazos abiertos, como a un viejo amigo, y se prometió mantenerle siempre a su lado. Le cuidó, le quiso, y a cambió recibió su constante protección y todas las comodidades que el ave pudo proporcionarle.
Han pasado los años, y nada queda de la pobre niña vestida con harapos que soñaba con un trozo de pan que saciara su hambre; nadie podría reconocer a Chloe ahora, convertida en una bella dama doce años después. Fuerte y sana, camina por las calles sin que el sufrimiento haga mella en su pálido rostro; viste con hermosos vestidos que, en las noches de invierno, cubren con capuchas la cabeza de su portadora, para que nunca más encuentre en el invierno su muerte; se siente segura, sabiendo que ya no está sola en medio de la triste ciudad; y, aunque sigue durmiendo en la calle, no tiene miedo, sabe que no le ocurrirá nada mientras su cuervo protector siga con ella.

Mientras sienta su mirada sobre ella, mientras que sus graznidos sigan escuchándose por la ciudad, espantando cualquier desgracia que quiera hacerle daño.

6 comentarios:

  1. ¡Un texto precioso!
    Me encanta como esta redactado y me encanta el tema. Ultimamente, con todo esta etapa friki de ''Juego de Tronos'' que estoy pasando, me encantan los cuervos cada vez mas.
    Ademas, la imagen que has adjuntado me parece super bonita,¡que ganas de hacer un dibujo asi!
    un besito <3

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    1. Muchísimas gracias :D
      Jajaja yo vi cuervos en verano, en Asturias, y me enamoraron.
      Muchas gracias, pero la verdad es que yo las saco de Google.
      Besos :)

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  2. Emotivo y precioso relato sobre el amor animal. En este caso un cuervo.

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