El sonido de las olas es el mejor del mundo.
Sentado en las rocas acumuladas junto al acantilado, cerró
los ojos y se dejó llevar por esa extraña melodía; era envolvente, relajante y,
sobre todo, especial. No existía nada igual en el planeta, de eso estaba
convencido, nada podía compararse al mar. Una ligera brisa le traía el olor a
sal y humedad del océano, aunque también le colocaba sobre el rostro los largos
mechones castaños que ya le llegaban a la barbilla.
Tenía que cortarse el pelo, algún día.
En la pequeña playa no había nadie, nunca lo había, por eso
le gustaba tanto. La entrada estaba tan escondida y era tan complicada que, si
alguien llegaba a encontrarla, nunca se animaba a bajar. Él la había
descubierto una tarde de hacía años cuando, aburrido, salió con sus viejas
zapatillas a buscar un lugar que no hubiera visto antes. Desde entonces se lo
había contado a algunos amigos, pero nunca llegaban a bajar. No le importaba,
en realidad, le gustaba que fuera su rincón.
El sonido de una piedra resbalando por la pendiente le hizo
volverse, sobresaltado. Allí, al otro lado de la cala, descubrió a una chica
bajando por el montículo de rocas que conducían a la arena. Caminaba despacio,
de lado, cuidando dónde ponía los pies, pero las chanclas que llevaba no le
ayudaban en absoluto. Con esos zapatos, se iba a matar.
Justo en ese momento, como si lo hubiera invocado, ella
resbaló y cayó al suelo a pocos centímetros del suelo. La caída no parecía
grave, pero su expresión de dolor le hizo reaccionar; bajó las rocas tan rápido
como pudo y se le acercó corriendo.
-
¿Estás bien?
Durante el segundo en que le miró, pudo ver la sorpresa en
sus ojos.
-
Me he cortado – una fina herida, que nacía en su
talón para terminar sobre su tobillo, brillaba sobre su piel – y me duele un
poco el cuerpo, pero creo que estoy bien.
-
Está sangrando, aunque no parece profunda. El agua
frenará la hemorragia, ¿puedes caminar?
Ella se levantó y dio un paso, pero no llegó más allá. El
dolor reflejado en su rostro respondió su pregunta.
-
Creo que me he torcido el tobillo.
-
Espera – pese a su determinación, dudó un poco al
colocar el brazo junto a sus rodillas, le preguntó con la mirada y ella asintió
– te llevaré hasta ahí.
La cargó hasta la orilla y el posó con cuidado en el agua.
Apoyándose en él, la chica se las ingenió para sumergir toda la herida.
-
Gracias. Me llamo Beatriz.
-
Soy Roberto.
-
Encantada – su sonrisa le pareció encantadora -
¿y mi chancla? – se volvió como pudo, ligeramente preocupada.
-
No te preocupes, aquí nunca viene nadie. De hecho,
tú eres la primera persona que veo aquí, y menos en sandalias.
-
Lo sé, no es lo mejor para bajar por unas rocas
resbaladizas– bajó la mirada – es que tenía muchas ganas de explorar.
-
¿Siempre exploras así?
-
No pensaba caminar mucho, ¿vale? - el comentario
podría haber parecido cortante, pero su risa le dio el efecto contrario.
-
Comprendo.
Centraron su atención en la herida, mejorada bajo la
influencia del mar; cuando consiguieron que dejara de sangrar comprobaron que,
efectivamente, era de todo menos profunda.
-
Me ha sorprendido encontrarte, pensaba que esto
estaba desierto.
-
Ya, suele estarlo.
-
Es una pena, este sitio es precioso.
-
Lo cierto es que no me importa, es parte de su
encanto.
-
Un chico solitario, ¿eh?
-
No demasiado, en realidad – aclaró, con la
sombra de una risa en los labios – simplemente, me gusta ser una de las pocas
personas que conocen esta playa. Es… como si fuera un tesoro, no sé si me
explico – se miró las manos, sin palabras.
-
Te explicas, es precioso.
-
Gracias.
Pasaron una hora allí, dejando que la orilla bañara sus
pies. Beatriz era hija de unos de los concejales, y vivía en la mejor zona del
pueblo; él no solía ir por allí, ni conocía a mucha gente que lo hiciera. Sin
embargo, le sorprendió descubrir la cantidad de cosas que tenían en común.
-
Me caes bien – reconoció, recostándose sobre la
arena.
-
Gracias – respondió riendo, como si le hiciera
gracia la observación – y tú a mí – de pronto, pareció recordar algo y se
volvió hacia su reloj - ¡madre mía!, ¡se me ha hecho tarde! Lo siento mucho…
tengo que irme.
-
Claro, no pasa nada – le tendió una mano - ¿cómo
está el tobillo?, ¿ ya puedes caminar?
Apoyó el pie y dio un par de pasos antes de responder.
-
Sí, está perfecto.
Al llegar a las rocas, ella se descalzó.
-
Muy inteligente.
-
La próxima vez que venga, me pondré botas de
montaña.
-
Menuda exagerada, yo creo que con unos tacones
vas sobrada.
-
Calla, no me gustan los tacones.
A pesar de estar en medio de la escalada, frenó en seco y se
volvió hacia ella, exagerando la sorpresa en su rostro.
-
No puede ser, ¿de qué planeta vienes tú?
-
¡Es verdad! No se me da bien andar con ellos, me
parecen incómodos, suelo evitarlos siempre que es posible.
-
¿Alguna vez es imposible?
-
Créeme, sí – lo dijo suspirando, con la voz
cargada de resignación, le hizo reír.
Cuando pisaron la calle, no les quedó más remedio que
despedirse.
-
Bueno, encantada de nuevo, Roberto.
-
Igualmente, ¿piensas volver?
-
Por supuesto, pero sin nada con lo que pueda
despeñarme. Nos veremos, entonces, ¿no?
Sonriendo, se despidió con la mano y le dio la espalda.
Antes de girarse, se entretuvo un momento contemplando cómo su pelo se
balanceaba al caminar, la verdad es que era guapísima.
Sólo cuando abrió la puerta de su casa, se dio cuenta de que
no le había pedido su teléfono. Resignado, se encogió de hombros, esperando que
de verdad volviera a aparecer.
Ves como si podías. Muy bien llevado. Un perfecto comienzo para la historia de "Su rincón ".
ResponderEliminarSaludos.
No creo que sea una "novela" en sí. Es la primera de una serie de escenas que se me han ocurrido en relación con la pareja.
EliminarGracias, un abrazo.
Yo tampoco lo creo. Pero por ahí se comienza, intentando hacer escritos cada vez más largos. O serie de relatos que guarden relación como éste. Una vez consigas esto, te atreverás a comenzar historias nuevas pero esas serán para novelas. Ánimo y suerte.
ResponderEliminar¡¡Hola!! Te he nominado a los Liebster Award de mi blog
ResponderEliminarhttp://unmillonde-emociones.blogspot.com.ar/2014/08/liebster-awards.html
Te mando besos! :)